Mujeres: ¿un trabajo o hijos?

Se está volviendo frecuente encontrarse en Twitter con testimonios de mujeres jóvenes que expresan su desconcierto e indignación porque en las entrevistas laborales les disparan con preguntas que apuntan a indagar si aspiran a convertirse en madres

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Que si tienen planeado tener hijos en el corto o mediano plazo. Que si están en pareja, si planean formar una familia, concebir hijos y, sobre todo, si esto último es una prioridad.

Ignoro si hacen preguntas personales de este tenor a los hombres, tipo, ¿tiene intenciones de ser papá?

Y pregunto a la hora de decidir la contratación de alguien, qué gravitación tiene si la respuesta de esa persona durante la entrevista laboral ha sido que le gustaría ser madre y que quiere constituir una familia. Algo que, por cierto, es un objetivo natural de una gran mayoría, y que además la propia sociedad impone.

Se supone que este dato no debería ser excluyente cuando se selecciona personal porque, creemos, lo importante que son la idoneidad, la formación profesional y otras cualidades que se ponderan conforme a la tarea para la cual se convoca y selecciona mano de obra.

En un país como el Paraguay, en el que el Gobierno, la mayoría de los partidos políticos, los empresarios y una larga lista de sectores se declaran provida y profamilia, el que una mujer incluya en su proyecto de vida ser mamá no debería representar un punto en contra, una razón para excluirla de la posibilidad cierta de ser considerada para un puesto laboral.

Aunque no es tan así, ya que derechos ganados por las mujeres, como la ampliación del tiempo de permiso por maternidad, el disponer de un día libre para realizarse los estudios ginecólogos, un horario más flexible en el periodo de amamantamiento; sala de lactancia en el lugar de trabajo y guardería en la práctica no se contemplan ni son asumidos en una gran mayoría de las empresas, instituciones públicas, industrias.

El nuestro es también el país de la doble moral. De boca para afuera, se defienden ciertos principios, pero a la hora de ser coherentes con ellos, las actitudes son otras.

Recordemos, a propósito de ello, las expresiones de Eduardo Felippo, quien en el 2015, cuando era presidente de la Unión Industrial Paraguaya (UIP) cuestionó la extensión del permiso de maternidad en la Ley de Promoción, Protección de la Maternidad y Apoyo a la .

El dirigente anunciaba que como consecuencia de esa medida habría menos ofertas de trabajo para las mujeres y que las empresas paraguayas no estaban preparadas para darles más días de licencia por maternidad.

Un sincericidio para denotar que se pensaría dos veces antes de contratar a trabajadoras.

Estas incoherencias tan evidentes en el Paraguay desalientan a las mujeres que, como todo humano, necesitan realizarse laboral y profesionalmente, y con ese objetivo, se esmeran como tantos chicos en formarse y sacrificarse para competir con ciertas chances por un puesto laboral. Colocarles ante la disyuntiva de o el trabajo o un hijo, es inhumano.

También perverso, porque se trata de una decisión personalísima sobre la que un potencial empleador no tiene por qué condicionar o pretender interferir.

Si esta es la constante en estos momentos, es que estamos realmente mal como sociedad. Dirán que es el capitalismo salvaje, que son las reglas del mercado, que una empresa es libre de contratar a quien quiera, etc., etc. Sin embargo, es un retroceso, una discriminación y una tremenda injusticia.

El hecho tendría que representar una llamada de alerta para el Ministerio del Trabajo, las centrales sindicales y organizaciones de la sociedad civil.

Las personas afectadas deben tener dónde denunciar abusos de esta naturaleza para ir desterrando actitudes discriminativas que en el caso de las mujeres sobreabundan.

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