Debutó en la dirección con el largometraje Quién llama a mi puerta (1968) y pronto le siguieron los exitosos: Malas calles (1973) y Taxi driver (1976), donde se dejaban ver ya dos de sus fetiches: la Gran Manzana y Robert de Niro.
Scorsese, que nació en el barrio Flushing de Queens y estudió en la Universidad de Nueva York, donde después impartió clases, terminó aquella década en San Francisco con El último vals (1978).
En los ochenta dirigió una de sus producciones más aclamadas: Toro salvaje (1980), también protagonizada por
El rumbo de su carrera cambió con Jo, ¡qué noche! (1985), donde Nueva York, y en concreto el barrio de SoHo, era un protagonista más. Con esta cinta el cineasta se hizo en Cannes con el premio al mejor director.
Se fue a Las Vegas para narrar el drama criminal Casino (1995), otro icono del cine de gánsteres estadounidense, pero regresó a su ciudad natal con la aplaudida Gánsters de Nueva York (2002), donde se ve otro de sus actores fetiche: Leonardo DiCaprio, que es el protagonista de cinco de sus producciones. De Niro, por su parte, ha trabajado en ocho de sus películas. DiCaprio también protagonizó El lobo de Wall Street (2013).
Premiado. Por su última película El irlandés (2019), estuvo nominado al Oscar al Mejor Director. Scorsese ha sido nominado casi una decena de veces, pero solo Los infiltrados (2006) ganó la estatuilla.
Su último trabajo ha sido la miniserie Supongamos que Nueva York es una ciudad (2021), en la que se descubre la urbe a través de los ojos de la escritora Fran Lebowitz mediante sus paseos y entrevistas con Martin Scorsese. EFE
Considerado un sinónimo de Nueva York en la gran pantalla, el director llegó a los 80 años con un sinfín de cintas protagonizadas por sus fetiches Robert de Niro y Leonardo DiCaprio.