Lecciones de la pandemia

ETAPAS. Del miedo y el estrés, domaron al virus en el Ineram; incluso, redujeron la tasa de mortalidad. DESTREZA. Mediante los conocimientos adquiridos, el tiempo de internación en UTI se hizo más largo.

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De la incertidumbre y el temor, pasaron a manejar con mayor destreza a los pacientes con Covid-19 en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias y del Ambiente (Ineram). La pandemia del nuevo coronavirus marcó un punto de inflexión en ese centro asistencial, así como en otros, ya que supuso un cambio en la geografía del lugar y la dinámica del día a día.

El Dr. Alberto Ortiz, jefe de la unidad de terapia intensiva de adultos (UTI-A), relata que en la etapa pre-Covid, cuando les avisaron que sería uno de los hospitales de referencia, “empezamos a estresarnos, a preocuparnos y a cambiar el sistema”.

“Cambiamos muchas áreas de la terapia para tener una zona aislada, donde están los pacientes y donde podemos circular nosotros, vivir con mejor aireación, estar tranquilos y poder hacer una vida dentro de la terapia”, cuenta y agrega que desde ahí empezó el estrés: “Cuando veíamos que en el exterior morían los pacientes en Europa y también caían muchísimos personales de salud”.

Tal fue el miedo que mucha gente que estaba en primera línea requirió apoyo sicológico. En los primeros meses de la cuarentena, llegaban al Ineram pacientes con probable Covid. “Les hacíamos el estudio y salía el diagnóstico negativo. Nos tranquilizábamos un poco, pero con ellos ya venían mechados los pacientes con Covid”, apunta el especialista.

“Desde junio empezaron a venir más y julio ya lleno. Solo Covid. Julio, agosto, setiembre, solo pacientes Covid. Diez días con diez pacientes graves con Covid”, recuerda.

Incluso, pasaron por la experiencia de recibir a pacientes de Ciudad del Este que ya “llegaban muertos” al Ineram. “Eso estamos mejorando, no hay tantos traslados de larga distancia”, refiere.

Ortiz lanza un dato revelador: Con toda la experiencia que fueron adquiriendo en todo este tiempo, en la UTI-A redujeron de manera exponencial el nivel de mortalidad del Covid-19.

“En setiembre tuvimos 22 ingresos en UTI-A, estamos mejorando nuestros números por la experiencia que estamos ganando y tuvimos cuatro pacientes fallecidos”, señala, lo que se traduce en una reducción al 18%.

En agosto, en cambio, tuvieron en ese sector del Ineram una tasa de 50% de mortalidad: “Ingresaron 27 pacientes y fallecieron 13 o más. O sea, nuestros números mejoraron drásticamente con el manejo oportuno y ganando experiencia para ganarle al Covid”, suscribe.

“Estamos bastante entusiasmados con esto, pero todavía hay que ir mejorando más”, dice.

Pero, ahora, al tener mejor manejo de los pacientes, también duran más en las salas. “El ingreso normal es de 35 pacientes por mes. Ahora se redujo, el mes pasado, 22, y en agosto, 27. Se redujo la cantidad de ingresos porque los pacientes duran más, tienen más soporte y tardan más en salir”.

Desde junio tiene la terapia Covid llena. “La ocupación está estable porque no está sobrepasado el sistema, no muere gente en la calle. Si llega a la urgencia tiene soporte. Mirando otros países, estamos estables. A todos los que les podemos dar soporte, les damos. Si llega crítico se le da soporte, aunque se muera después”, sopesa.

Aún no pasaron por la indeseable situación de decidir quién ingresa y quién no a UTI. “Puede pasar que le acepte a un paciente y 10 minutos después me llegue otro, pero ya no tengo lugar”, reseña lo que de tanto en tanto se da, pero que compensan con el acuerdo con el sector privado.

18 por ciento fue la tasa de mortalidad del Covid-19 en la sala UTI de adultos, durante el mes de setiembre.

10 a 14 días es el tiempo de internación, en promedio, que tiene cada paciente que ingresa a cuidados intensivos.

En primera línea
“Damos un soporte vital avanzado”
“Nosotros le damos al paciente, en este lugar, un soporte vital avanzado. Si no respira el paciente le damos un respirador para que le haga las veces de pulmón. Es una máquina que se le intuba y se le conecta al respirador. Si es que el paciente está lúcido y puede tolerar una cánula de alto flujo, le ponemos. Si falla con eso, pasamos a un segundo plano, donde hay que sedarlo, intubarlo y conectarlo al respirador”.


“Adquirimos más conocimientos”
“A partir de junio empezaron a aumentar los casos; en cuanto a cantidad y a gravedad y en cuanto a presión de las camas. La situación cambió bastante y en algunos aspectos para mal y otros para bien, porque en este tiempo adquirimos más conocimientos acerca del manejo de este tipo de pacientes, y hoy creo que estamos bastante fortalecidos y podemos hacer frente con mayor holgura el virus”.

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