Miles de palestinos participaron en el funeral de la reportera de la televisión Al Jazeera, abatida el miércoles de un disparo en la cabeza cuando cubría una operación militar israelí en el campo de refugiados de Yenín, en Cisjordania ocupada. Shireen Abu Akleh llevaba en ese momento un chaleco antibalas con el rótulo Prensa y un casco.
Los incidentes estallaron cuando la policía intentó dispersar a la multitud después de que el féretro fuera sacado a hombros del hospital San José, en Jerusalén Este.
El ataúd estuvo a punto de caer, según las imágenes televisivas.
El comisario de policía de Israel, en coordinación con el ministro de Seguridad Pública, ordenó una investigación sobre el incidente. Las conclusiones se presentarán en los próximos días”, dijo la policía en un comunicado.
Reiteró que los policías “habían estado expuestos a la violencia de los alborotadores, lo que los llevó a recurrir a la fuerza”.
Indignación. Las imágenes de la carga policial provocaron indignación internacional.
“Estamos profundamente preocupados por las imágenes de la intrusión de la policía israelí en la procesión funeraria”, dijo el secretario de Estado estadounidense Antony Blinken.
La Unión Europea condenó “el uso desproporcionado de la fuerza y el comportamiento irrespetuoso de la policía israelí hacia los participantes en el cortejo fúnebre”.
En una postura inusualmente unánime, el Consejo de Seguridad de la ONU “condenó enérgicamente el asesinato” de la periodista y reclamó “una investigación inmediata, exhaustiva, transparente e imparcial”.
Por su parte, España denunció como “inaceptable el uso desproporcionado de la fuerza”. Para la Fundación Desmond Tutu, las escenas de la intervención policial “son escalofriantes y recuerdan la brutalidad infligida a las personas enlutadas en los funerales de militantes contra el apartheid” en Sudáfrica.
Advertencias. ”Si no paran estos cánticos nacionalistas, tendremos que dispersarlos usando la fuerza e impediremos que se celebre el funeral”, advirtió un policía a través de un megáfono a la multitud congregada en el hospital San José, según un video difundido por el cuerpo armado. La policía acusó a la muchedumbre de “arrojar botellas y otros objetos” contra los agentes e indicó que había detenido a seis personas.
Según la Media Luna Roja palestina, 33 personas resultaron heridas durante las exequias. La multitud pudo finalmente acompañar el ataúd hasta una Iglesia Católica de la Ciudad Vieja, donde se celebró una misa, y luego al cementerio. La Autoridad Palestina, Al Jazeera y el gobierno de Catar acusan al ejército israelí de haber asesinado la periodista, de 51 años. En un primer momento, Israel aseguró que la reportera “probablemente” murió por disparos de combatientes palestinos. Pero posteriormente indicó que no podía descartar la responsabilidad de los soldados israelíes.