Deterioro en FFAA debe ser enfrentado con transparencia

Tras las denuncias publicadas por Última Hora acerca del lamentable estado de deterioro en que se encuentran algunas instalaciones del Regimiento de Caballería RC4 Acá Carayá, en Loma Pytá, en lugar de encarar el problema, el Comando de las Fuerzas Militares inició una especie de cacería de brujas para intentar averiguar quién filtró los datos y las fotos a este medio periodístico. No es el modo en que se puede devolver el brillo a una institución castrense con mucho valor en la historia del Paraguay. El visible y lamentable deterioro de las Fuerzas Armadas debe ser enfrentado con transparencia, rindiendo cuentas sobre el uso de los recursos y planteando una eficaz solución.

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Si existe una institución castrense con mucho peso y valor en la historia del Paraguay, es sin duda el Regimiento de Caballería Número 4 (RC4) Acá Carayá. Por ello, ha tenido mucho impacto la denuncia publicada por este diario, en su edición del pasado miércoles 3 de mayo, mostrando en imágenes gráficas el lamentable estado de deterioro en que se encuentran varias instalaciones, en sus dependencias ubicadas en la zona de Loma Pytá.

La Caballería ha sido una rama castrense de gran peso en las últimas décadas, especialmente a partir de la caída de la dictadura stronista, particularmente porque el presidente que encabezó la transición democrática, el general Andrés Rodríguez, y uno de sus principales seguidores, el general Lino César Oviedo, provenían de dicha arma y se encargaron de darle mucho poder y protagonismo. Sin embargo, la crisis política provocada por los sucesos del Marzo Paraguayo, en 1999, llevó a que el sector del Partido Colorado que llegó al poder le recortara gran influencia.

Sin embargo, ni los recortes presupuestarios ni los presuntos relegamientos sufridos en los últimos tiempos justifican una mala gestión administrativa, ni que cometan situaciones que violan leyes o reglamentos internos, abordando una persecución interna.

Según constató este diario, varias dependencias del RC4 se caen literalmente a pedazos, incluidos los dormitorios, la cocina y los sanitarios.

Las situaciones irregulares pasan además por obligar al personal militar a tener que pagarse su propia comida, a tener que llevar sus propios colchones para poder descansar e incluso tener que adquirir los insumos personales, como el papel higiénico o los productos de limpieza.

Todo ello, a pesar de que el cuartel o Escuela de Caballería destinó 503 millones de guaraníes en su presupuesto del 2016 para realizar las refacciones necesarias, que no se concretaron.

Como hecho deplorable, en lugar de encarar el problema, el Comando de las Fuerzas Militares eludió responder a los cuestionamientos e inició una especie de cacería de brujas, buscando averiguar quién filtró los datos y las fotos a este medio de prensa.

No es el modo en que se puede devolver el brillo a una institución castrense con mucho valor en la historia del Paraguay. El deterioro de las Fuerzas Armadas debe enfrentarse con transparencia, rindiendo cuentas sobre la administración de los recursos y planteando una eficaz solución.

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