Según las fuentes, citadas por medios locales, las víctimas mortales viajaban con otros 49 compatriotas, que pudieron ser rescatados a escasas millas de la localidad turística costera de Monastir, en el este del país.
La costa sur de Túnez ha visto incrementar en los últimos meses el tráfico de barcos con inmigrantes ilegales, que no solo llevan a subsaharianos y árabes procedentes de Oriente Medio que huyen de la guerra, sino también a sus propios nacionales.
Las ciudades de la frontera con Libia, como Zarzis o Ben Guerda, e incluso la isla de Yerba, son lugares de concentración de inmigrantes, que habitualmente pagan por cruzar de forma irregular y sumarse a los botes que salen de ese país con rumbo a la cercana isla italiana de Lampedusa.
Libia es un Estado fallido, víctima del caos y la guerra civil, desde que en 2011 la comunidad internacional contribuyera a derrocar el régimen dictatorial de Muamar el Gadafi.
Desde entonces se ha convertido en lugar de tránsito hacia Europa para miles de personas que huyen del hambre, la pobreza, la guerra y la falta de oportunidades en su lugar de origen a lo largo de sus 1.770 kilómetros de costas.
En las últimas semanas, más de 5.000 inmigrantes irregulares han sido rescatados cuando trataban de cruzar el Mediterráneo rumbo a Italia, cerca de un millar han muerto ahogados y alrededor de 600 han sido detenidos cuando se preparaban para embarcar.
Ante esta situación, la Unión Europea aprobó días atrás una nueva directiva que permite la persecución de las mafias que trafican con los inmigrantes y destruir las precarias embarcaciones que utilizan.