CORRUPCIÓN EN LA UNA
El 2015 será recordado por muchas cosas, positivas y negativas, pero quizá el hecho que marcó el año fue la gran revuelta estudiantil que tumbó un viejo –pero hasta entonces ignorado– esquema de prebendarismo en la Universidad Nacional de Asunción (UNA).
Tras una serie de publicaciones de ÚH, que revelaban la repartija de rubros docentes a personas allegadas al ex rector Froilán Peralta y a varios decanos, cansado de las añejas prácticas que beneficiaban a un sector minoritario, el alumnado se unió y, por varias semanas, tomó la principal casa de estudios del país.
Todo comenzó con la renuncia de Tatiana Cogliolo, la privilegiada secretaria de Peralta que fungía de profesora de Veterinaria (donde él fue decano por 21 años), siendo maestra parvularia. Saltaron a la luz los viajes que hicieron juntos, 14 en menos de un año. Tatiana cobraba G. 12,6 millones mensualmente.
Luego se reveló que toda su familia figuraba en la lista de funcionarios de la UNA. Hasta su hermanita colegiala formaba parte del plantel. Froilán también mantenía bajo su tutela a su ex secretaria Cristina Violeta Mongelós y a toda su familia.
A la par, iban saltando casos de funcionarios leales a los decanos, que eran premiados con múltiples rubros y los mejores cargos. Todo esto fue cansando al estudiantado, que hasta el momento se mantenía en silencio.
MOVILIZACIONES. La Fiscalía y la Contraloría empezaron a involucrarse en las denuncias. El fiscal general Javier Díaz Verón ordenó la apertura de una causa penal el 14 de setiembre tras una denuncia de la Coordinadora de Abogados, mientras que la segunda inició una auditoría el 15 de setiembre. El objetivo era claro: castigar a los responsables del despilfarro.
Bajo el lema #UNAnotecalles, los universitarios empezaron las manifestaciones el 17 de setiembre. A iniciativa de los estudiantes de la Facultad de Ciencias Agrarias, los jóvenes marcharon hasta el Rectorado con pancartas y cánticos como “fuera, Froilán”.
Con el correr de los días, los alumnos fueron acampando frente al Rectorado, a la espera de la renuncia de Peralta, quien se aferraba al cargo bajo el argumento de que los nombramientos hechos a su secretaria y a toda su familia se basaron en el Estatuto de la UNA.
Las manifestaciones empezaron a subir de tono y la gota que colmó el vaso fue el pedido de permiso presentado por Froilán Peralta como rector, que fue aceptado por el Consejo Superior. En ese momento, los alumnos decidieron “tomar” el Rectorado, hecho que se extendió por varias semanas, en busca del saneamiento de la institución.
En uno de los sucesos más bochornosos, en la noche del jueves 24 de setiembre, la entonces jefa de Recursos Humanos de la UNA, María del Carmen Martínez, fue pillada por alumnos cuando intentaba escapar con documentos. Se ganó el mote de “comepapeles”, porque estudiantes afirmaron que la vieron tragar unos documentos que supuestamente podrían comprometerla. Tras esto, Martínez y sus asistentes fueron imputadas y enviadas al Buen Pastor.
Un día después, la Fiscalía emitió una orden de detención contra Froilán, quien en la tarde del 25 se presentó en el Ministerio Público y anunció su renuncia al Rectorado. El mismo día, el Cones decide intervenir la UNA.
Las denuncias de robo y quema de archivos se extendieron en varias facultades, mientras que el vicerrector Andrés Amarilla y 7 decanos presentaron su renuncia.
Según el informe de gestión del nuevo rector, Abel Bernal, la crisis en la UNA dejó un total de 306 renuncias y un ahorro de G. 1.355 millones al mes. En Veterinaria, ex bastión de Froilán, se dio la mayor cantidad de dimisiones: 124.
La Fiscalía imputó a 52 personas por la repartija de rubros docentes. Además de Froilán, el ex decano Gualberto Caballero también estuvo preso en Tacumbú. Mientras que la “comepapeles” pasó poco más de un mes en Buen Pastor.