Para poder cambiar a la velocidad que necesita el mundo, los directivos ya no pueden por sí solos tirar de la compañía, sino que necesitan que todos y cada uno de los empleados sienta el proyecto como propio y aporte las mejores ideas y también el mejor esfuerzo, explicó la experta.
“Cuando algo nos motiva podemos hacer cosas que parecen imposibles y la clave, por lo tanto, es motivar, involucrar y hacer que lo sientan propio. Aplicando un liderazgo que les invite a tomar la bandera de la compañía porque generalmente se confunde información con comunicación y dar muchos datos no es comunicar; necesitamos involucrar al personal y esto significa emocionar, compartir valores, compartir objetivos y de alguna manera cambiar el estilo de liderazgo”, sostuvo.
Vilanova resaltó que la motivación no es solo económica, sino que tiene tres componentes que son: la recompensa personal, que es la remuneración que recibe o lo feliz que es haciendo su trabajo; lo segundo es el reconocimiento que se hace del trabajo del colaborador; y el tercero es donde el colaborador sienta que trabajando consigue mejorar el mundo o hacer cosas imposibles.
“Todos tenemos una motivación trascendente de un mundo mejor. El salario es algo indispensable, pero esto se negocia, muchas veces, una vez al año y lo que te hace levantar todos los días con ilusión, es algo más”, explicó Vilanova.