06 may. 2025

Los brillantes mensajes de Monsters University para los niños

Hace un par de semanas circulaba por internet una entrevista concedida por Laszlo Bock, vicepresidente de Recursos Humanos de Google, en la que exponía los resultados de un estudio interno llevado a cabo para determinar si los expedientes académicos de sus empleados o posibles empleados determinaban de alguna manera cuál podría ser el desempeño de los mismos dentro de la empresa.

La conclusión para él es bastante clara: no. La cantidad de trabajadores en Google que no cuentan con un título universitario sigue aumentando, y Bock agrega que algo que sí tienen en cuenta es la capacidad de resolver problemas, algo que no puede ser medido ni puesto en papel.

La noticia se me quedó en la cabeza porque le encontré relación con una película que había ido a ver unos días antes, la última de los estudios Pixar, Monsters University, la precuela al gran éxito Monsters Inc. que cuenta la historia de cómo sus protagonistas, Mike y Sulley, se conocieron muchos años antes durante la universidad. La obra en sí es maravillosa, con la acostumbrada comedia inteligente y la ternura que no faltan en los títulos del sello, pero lo que más se me quedó de la película es un tema del cual pocos hablaron tras terminar la función, e imagino que los que sí se percataron habrán quedado igual de sorprendidos que yo, más aún si son padres.

Estamos acostumbrados a que las películas de animación prediquen los mismos valores de siempre y ofrezcan los mismos mensajes acerca de la amistad, el trabajo en equipo, la familia, etc., mensajes que son realmente buenos para los más chicos, pero esta vez los de Pixar se superaron descartando totalmente las repetidas moralejas y diciéndoles a los niños algo que ninguna película animada había dicho antes: a veces van a fracasar y eso está bien. Pero no es el típico “si caen, vuelvan a levantarse”, sino algo más parecido a “no son tan geniales como creen que son”. La diferencia es abismal, y les contaré por qué.

Para que entiendan a qué me refiero, debo contarles primero en resumidas palabras de qué va la película, y si no la vieron aún, recomiendo que esperen a verla y me lean de nuevo después.

En Monsters University, Mike y Sulley ingresan a la universidad creyendo que tienen el camino ganado. Mike es un sabelotodo porque se pasó la vida leyendo libros y Sulley vive apoyándose en la historia del apellido de su familia, asumiendo que las habilidades innatas que posee le abrirán todas las puertas sin mucho esfuerzo. Pero, para sorpresa de ambos, son expulsados por la misma decana, quien les dice tajantemente que no tienen lo que se necesita para ser “asustadores”.

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Imagen: Disney Enterprises Inc / Pixar Animation Studios

Al borde de la desesperanza y el desánimo, idean un plan en el cual hacen una apuesta con la decana, quien deberá admitirlos de nuevo en la carrera si terminan ganando un concurso especial de asustadores. En este camino, ambos terminan conociéndose bien y forjan una gran amistad, superando las tareas gracias a sus propias habilidades y conocimientos, puestos a prueba de una forma totalmente distinta a la que esperaban al principio.

Aun a pesar del éxito inminente, una falla moral influye para que terminen ambos expulsados definitivamente de la universidad, sin posibilidad de ingresar de nuevo. Mike, quien toda su vida quiso ser un asustador profesional, descubre que no asusta para nada, y todo su mundo se viene abajo.

Es acá donde la película da un giro totalmente inesperado e inusual, derrumbando completamente los sueños de su héroe principal, algo que no había ocurrido hasta ahora. El mensaje es brillante: la realidad no es tan fácil como decir “si quieres algo con todas tus ganas, puedes conseguirlo”. A veces no van a conseguir lo que desean en la vida, por más empeño que le pongan, y eso no está mal. Es un mensaje bastante atrevido que Pixar les está dando a los niños, y es uno que va más allá de los anhelos y deseos infantiles.

Pero lo mejor de todo viene poco después, ya que, en la introspección de un Mike apesadumbrado por el descubrimiento de su propia limitación, surge la visión más amplia de la realidad. La posibilidad de volver a conocerse y seguir caminos no explorados, esta vez, con su nuevo mejor amigo, James P. Sullivan.

Ninguno consigue volver a la universidad, pero ahora ya no están acongojados sin rumbo alguno y la experiencia les enseña que la universidad no es la única forma de conseguir lo que desean (otro gran mensaje de Pixar para terminar con la falacia de una generación que creció con la enseñanza de que uno “debe tener un título universitario”). Al final, ingresan a Monsters Inc. como oficinistas y comienzan a escalar puestos hasta ser el equipo de asustadores que conocimos en la primera película lanzada en el 2001.

Las películas de animación enseñan casi siempre lo mismo: “si desean algo con muchas ganas, pueden conseguirlo”, lo cual, poniendo en práctica en la vida real, no es para nada sencillo, además de que es un mensaje impreciso. Acá llegó una película que no tiene miedo en decirles a los chicos que “no son tan buenos como creen que son”, pero ofreciendo alternativas para llegar a ello. Muchos padres cometen el error de pintar un camino de fantasía para sus niños a medida que crecen, provocando que no estén nada preparados para los eventuales fracasos reales que definitivamente van a llegar y que, definitivamente van a generar problemas personales. Los que van a llegar al éxito serán los que consideren replantear sus conocimientos en busca de alternativas, mediante una reflexión y la posible conclusión de que quizás no eran tan buenos como creían o les hicieron creer. ¡Pero eso no tiene nada de malo!

La verdad es que fracasar es un miedo real y comprensible, pero es aún más problemático si, cuando eran niños, les enseñaban que lo único necesario para conseguirlo es ir derecho por la vida creyendo que pueden conseguir absolutamente todo lo que se proponen. ¿Y si no? Les digo que si no lo consiguen, no pasa nada. El fracaso es real, pero así también lo son las posibilidades de llegar a eso que tanto quieren de una forma distinta y así también es posible que nunca lleguen a eso, y eso está bien. La vida no debería ser un juego de conseguir el éxito o fracasar solamente, sino uno de reflexiones, replanteamientos, consideraciones, segundas y terceras opiniones y alternativas. Tras salir de ver Monsters University me quedé con la intriga de cuántos chicos habrán preguntado a sus padres luego de verla: “Entonces, ¿puedo no ir a la universidad?”.

¿Qué responderían ustedes?