28 mar. 2024

La economía se aclara y la política se oscurece

Por Alberto Acosta Garbarino Presidente de Dende

Hace tres años tuve la oportunidad de mantener una larga conversación con el ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti y una de las frases que más repitió durante la charla fue “hay que evitar que la política destruya a la economía”.

En ese momento, el escenario internacional era óptimo para el Paraguay; estaban muy altos los precios de nuestro principal producto de exportación que es la soja y nuestro más importante socio comercial, que es el Brasil, crecía económicamente y tenía estabilidad política. El escenario nacional en lo político también era óptimo, porque acababa de asumir la presidencia Horacio Cartes, con un gran apoyo popular y con una amplia mayoría en el Congreso.

Desde esa conversación, el escenario económico se modificó sustancialmente; primero con el desplome de los precios internacionales de nuestros productos de exportación y luego con la profunda crisis política, económica y moral del Brasil. El sector agrícola tuvo una reducción de más de un mil millones de dólares en sus ingresos, afectando a todos los sectores vinculados a dicha cadena productiva, como los proveedores de maquinarias, de insumos y de transporte, así como la banca, el comercio y los servicios que atendían al sector.

El comercio de frontera vinculado al Brasil también tuvo una tremenda reducción en sus ventas, afectando a Ciudad del Este, que tuvo una caída superior al 20% y dando golpes casi mortales a Pedro Juan Caballero y Salto del Guairá, que vieron desplomarse sus ventas en casi el 80%.

Estos dos terribles shocks externos ocurrieron en los últimos dos años, pero pareciera que la situación económica empieza a estabilizarse y a aclararse. Porque luego de la gran caída del precio de la soja, se estima que el costo va a estabilizarse en torno a los 350 dólares la tonelada, que es un precio razonable, y que permite rentabilidad a los productores que no se encuentran muy endeudados.

Y porque el Brasil ha mitigado en parte su problema político con la salida de Dilma Rousseff y el ambiente en el mundo empresarial del vecino país es de más optimismo. Una muestra de ello es que el dólar ha bajado en más del 25%, ayudando a que las ventas en los comercios de la frontera comiencen a subir.

Pero mientras en lo económico el panorama comienza a estabilizarse y aclararse, en lo político, la situación es exactamente inversa, es decir, comienza a desestabilizarse y a oscurecerse.

El presidente Cartes que llegó al poder como un outsider y que se enfrentó a la clase política tradicional con el nombramiento de un gabinete técnico, con la implementación de planes económicos y sociales ortodoxos, y con la promulgación de la ley de transparencia, ha decidido “zambullirse en el lodo”, primero de las internas de su partido y ahora en el de la reelección presidencial.

Esta decisión ha crispado tremendamente el ambiente político y se vislumbra que el enfrentamiento va a ser “a muerte” en los próximos meses. Dicho enfrentamiento va a afectar a la economía y por ende, a la sociedad en su conjunto.

El principal escenario del combate político será el Congreso, por donde tienen que pasar sí o sí, todos los planes que tiene el Ejecutivo, comenzando con el Presupuesto General de la Nación, los préstamos que el país necesita contraer, las leyes que necesitan aprobarse y los nombramientos de embajadores y directores del Banco Central, por citar algunos temas.

Todo hace prever que tendremos un bloqueo permanente desde el Congreso y todo hace prever que tendremos un redoblamiento de la apuesta de parte del Ejecutivo, dejando de lado la ortodoxia con la que había gobernado hasta ahora.

Tenía razón el ex presidente Julio María Sanguinetti cuando decía: “Cuiden que la política no desbarranque a la economía”. Es una pena que justo ahora que la economía comienza a aclararse, pueda destruirse porque la política comienza a oscurecerse.

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