EFE.
Cerca de una veintena de Damas de Blanco llegó al lugar en grupos pequeños, donde fueron desalojadas e introducidas en vehículos de policía por agentes de la seguridad, mientras varios centenares de personas afines al Gobierno les increpaban con insultos como “mercenarias” o “parásitos”.
También gritaban lemas revolucionarios como “Cuba sí, yanquis no”, o “Viva Fidel, Viva Raúl”.
La líder del grupo, Berta Soler, no llegó al punto donde estaba convocada la manifestación, aunque según declaró su hija Lienys Moya a Efe, salió de su casa alrededor de las 9.30 para dirigirse allí en transporte público junto a su marido, el también disidente del “Grupo de los 75" Ángel Moya, a pesar de estar rodeada por agentes de la seguridad del Estado.
Sin embargo, la familia de Soler y Moya dijo que vecinos vieron como estos fueron detenidos a pocos metros de su casa y desde esta mañana no tienen noticias de ellos.
De manera dispersa durante la mañana, fueron llegando al lugar en pequeños grupos de Damas de Blanco, acompañadas de algunos hombres simpatizantes, y todos ellos fueron desalojados por agentes de la seguridad en cuanto se aproximaban a la zona prácticamente sin oponer resistencia, salvo en un par de ocasiones.
Algunas de ellas tuvieron tiempo de gritar consignas como “Viva la libertad” o “Viva los derechos humanos” antes de ser introducidas a los vehículos por agentes tanto uniformados como de civil.
Por el momento, no se sabe si estas personas siguen retenidas, ya que, según algunos presentes, no se las llevaban detenidas, sino para evitar que fueran atacadas por los partidarios del Gobierno cubano que las increpaban.
La mayoría de las personas asistentes a ese “acto de repudio”, como se denomina eufemísticamente en la isla, negaron haber sido convocados allí para hacer presión contra las Damas de Blanco, a las que acusaron de ser “mercenarias al servicio de Estados Unidos”.
“Ellas son pagadas por la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en Cuba. Viven de eso, no trabajan, son unos parásitos”, afirmó a la prensa Miriam Pascual, una profesora universitaria jubilada que se declaró “revolucionaria”.
“Son cuatro descaradas que dicen que en Cuba no hay derechos. Si no hay derechos porque estamos aquí todos, ellas y nosotros, hablando libremente a la prensa de lo que pensamos”, dijo a Efe otra mujer que no quiso dar su nombre y que “pasaba por la zona cuando se encontró con el jaleo”.