05 may. 2025

Anthrax: La sabiduría de los años y la energía juvenil

Así lo vimos --- Concierto en el Jockey Club

Foto: UH Edicion Impresa

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Blas Brítez

La barba larga y cenicienta de Scott Ian, líder de Anthrax, indica que ha pasado el tiempo. Pero él sigue sacándole a la guitarra riffs y solos que tienen el consabido hálito de lo añejo tanto como la respiración de lo novedoso. Pasaron treinta años desde que Anthrax se erigiera —con el exacto Among the living— en una de las bandas más versátiles y heterodoxas del thrash metal norteamericano. Ian ha sobrepasado los cincuenta años y ha publicado su autobiografía. En ella —I’m the Man: The Story of That Guy from Anthrax (2014)— afirma que el mismo hombre que produjo a Led Zeppelin, David Bowie y Kiss, Eddie Kramer, dio forma al disco de 1987 de manera tal que “la banda sonara como si estuviera en tu pieza”. Eso fue Anthrax en la noche del martes: una banda que tocó en el Jockey Club del Paraguay como si lo hiciera en nuestras habitaciones, que es como uno supone que debe sonar de “real” el thrash de la vertiente que fuere.

Sin menospreciar, ni nada parecido, el preciso trabajo de Frank Bello en el bajo y el de Jonathan Donais en la guitarra, resulta claro que entre Charlie Benante y sus palillos, Scott Ian y su magisterio, y la voz sin fisuras (demencial por momentos) de Joey Belladonna, es que se sostiene el grueso de las presentaciones en vivo de Anthrax. Después, son una banda cuyos integrantes se entienden y conocen desde hace casi 40 años (excepto Donais).

El show de Asunción duró más de lo que venían durando sus últimos conciertos. En el Monster of Rock argentino, hace cinco días, hicieron solo nueve canciones. Aquí, por supuesto, se llenó de clásicos: Madhouse, Caught in a mosh, Antisocial, esa filosa delicia punk que es Got the time, Be all, end all, entre otros, se mezclaron con Breathing lightning, una composición de su disco más reciente, For all Kings (2016). En los B-sides de este álbum —si hace falta confirmar la amplitud de Anthrax— está incluida una versión de Black Math, de White Stripes, la vieja banda del hoy maduro y lisérgico Jack White.

Poco antes del fin del concierto, escuché que un joven que tenía la remera con la portada de Among the living le dijo a un amigo suyo: “Estos tipos tocan con toda la onda de unos pendejos”. No podría haber estado más de acuerdo.