A Smith, de 45 años, lo declararon muerto a las 23.05 hora local (04.05 del viernes GMT), tras recibir una inyección letal en la prisión Holman de Atmore y renunció a pronunciar unas últimas palabras, según notificó el Departamento de Correcciones de Alabama.
El Tribunal Supremo de EE.UU. había suspendido hoy hasta en dos ocasiones la ejecución para discutir su legalidad, pero terminó autorizándola tras un empate a cuatro entre los magistrados que sostuvo decisiones judiciales inferiores.
Los intentos para evitar el desenlace fatal retrasaron la ejecución más de cinco horas.
El 8 de noviembre de 1994 Smith asesinó de un disparo a Casey Wilson, un empleado de un supermercado de Huntsville (Alabama), durante un atraco que quedó registrado en las cámaras de seguridad del establecimiento.
Meses después, el hoy ejecutado fue condenado a muerte por un juez, pese a la opinión del jurado que había optado por 7 votos a 5 por imponer una pena de cadena perpetua, al considerar que el asesinato de Smith no tenía agravantes.
Alabama es el único estado del país en el que un magistrado puede imponer una condena a muerte en contra de la opinión del jurado, una norma muy controvertida y en continua disputa legal. De hecho, el resto de estados requieren unanimidad del jurado para la pena capital.
Aunque esta mañana rechazó su desayuno, Smith pidió tres pedazos de pollo frito, que sí comió, como última cena. Después solicitó comulgar, una petición que las autoridades carcelarias le aprobaron.
Smith se convirtió hoy en el vigésimo (y último) preso ejecutado este año en Estados Unidos y en el 1.442 desde que el Tribunal Supremo reinstauró la pena de muerte en el país.
Alabama ha llevado a cabo 58 de esas ejecuciones.
