Vivir intensamente

Cuando la vida tiene dos 8 juntos (88 años) como expresión de los años pasados, necesariamente, brota este mensaje: “Vivir intensamente es felicidad”. No todos, desgraciadamente, lo pueden decir. Unos porque la pobreza, sin culpa de quienes la sufren, destruyó anulando su vida en busca de cosas esenciales que debieran, por equidad, de estar resueltas en una sociedad. Otros, porque la plata acumulada en poco tiempo, no les hace más felices, sino más temerosos de perderla.

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Para los demás, luchadores de vivir con comida, salud, formación y dignidad, soñando siempre en un Paraguay mejor, la llamada es la de vivir intensamente.

Pero, ¿qué es vivir con intensidad?

La respuesta no va por lo de tener, acumular, guardar, aumentar etc... cosas materiales, ornamentales, agradables, exitosas o incluso del espíritu.

Vivir con intensidad es tener ante todo un “porqué” del vivir, una causa que nos arrastre, que vaya siempre por delante de nosotros, animándonos a alcanzarla, aunque nunca lleguemos del todo a ella. Y, curiosamente, las causas que más nos ganan, ganándonos el corazón, siempre tienen que ver con la entrega, solidaridad, amor y compromiso, hacia los demás.

En segundo lugar, esta vida intensa es difícil lograrla en solitario. Se vive desde una pareja, una familia, una comunidad o dentro de una organización con los mismos ideales.

Tercero y es principal: Esta adhesión a la intensidad de vida hay que alimentarla de otro modo irá empequeñeciéndose.

Los cristianos encontramos esto en la persona de Jesús que, refiriéndose a su causa que es la causa de Dios, nos está siempre recordando: “No permitan que los hijos de las tinieblas sean más listos que los hijos de la luz”, “el dilema es Dios o el dinero”, “el que toma el arado y mira para atrás no es digno de seguir conmigo”.

En este día deseo para todos esta vivencia intensa de vida, que da felicidad.

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