Valió la pena

Por Arnaldo Alegre

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Pese a que jamás se extinguirá el dolor de los familiares que perdieron a sus seres queridos por las arteras balas de los asesinos y que este sacrificio les puede parecer demasiado precio a la luz de la calidad de nuestra democracia... valió la pena.

Pese a que algunos de los grandes beneficiados con la gesta fueron personajes de la talla moral de Juan Carlos Galaverna... valió la pena.

Pese a que Luis González Macchi hubiera sido mejor presidente de la Cruzada Mundial de la Amistad (no olvidar los asadachos con fútbol en Mburuvicha Róga con posterior piscinazo en estado calamitoso) antes que de la República... valió la pena.

Pese a que el periodismo fue una de las víctimas de la contienda; unos por rabiosos y alocadamente oviedistas (recordar las notas con ignotos expertos para sostener teorías delirantes sobre la muerte de Argaña) y otros por antioviedistas, forzados por el peso de los acontecimientos. Los primeros, en una importante mayoría, buscaban agradar al patrón que pretendía entronar al amigo descocado y los segundos pecaron de falta de mayor cabeza fría para no dejarse contaminar por las corrientes antagónicas. Pese a ello... valió la pena.

Pese a que ciertos liderazgos surgidos en el fragor del levantamiento de las plazas del Congreso no lograron germinar en proyectos más ambiciosos y se perdieron posteriormente... valió la pena.

Pese a que otros de los protagonistas fueron premiados con cargos públicos y otras canonjías sustentadas por el erario, tiñendo de mera ambición personal la gesta cívica... valió la pena.

Pese a que en el origen y la resolución de la crisis hubo intereses creados.... valió la pena.

El Marzo Paraguayo valió la pena. Y no fue una estafa a la ciudadanía como pintan las campañas periodísticas difamantes. En las plazas del Congreso estuvieron representados diversos sectores, varios con intereses espúreos. Pero el grueso de los manifestantes eran ciudadanos que veían a Lino Oviedo como una amenaza a la democracia.

Y lo era. Si Oviedo accedía al poder iba a significar un enorme retroceso, pues representaba a un populismo demagógico de clara raíz autoritaria.

El terrible accidente que le costó la vida es un ejemplo de su mentalidad y de la suerte que iba a correr el Paraguay. Ordenó al piloto del helicóptero seguir viaje, aunque había condiciones de vuelo peligrosas. El resultado: la tragedia.

Porque Lino Oviedo siempre debía salirse con la suya: llore quien llore, chille quien chille, muera quien muera.

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