Proteger con urgencia a niños y niñas en situación de calle

El dramático caso del humilde vendedor de chipas asesinado en inmediaciones del Mercado de Abasto, presuntamente por una adolescente de 14 años de edad, en un intento por robarle sus escasas ganancias del día, ha puesto de nuevo en el tapete el drama de los niños y niñas que sobreviven en situación de calle, abandonados por sus familiares, por el Estado y la sociedad, librados a su suerte en medio de la pobreza, las drogas, la marginalidad y la violencia. Las respuestas gubernamentales son escasas e insuficientes. La mayoría de los municipios, incluido el de Asunción, se desentienden del caso, a pesar de que les compete directamente. La pobreza y la falta de educación inciden directamente. Hay que hacer algo con urgencia, más allá del mero asistencialismo, para que la sociedad paraguaya deje de ser una fábrica de personas resentidas y criminales ante la exclusión.

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Sobreviven entre nosotros, pero son invisibles. Los vemos generalmente junto a los semáforos, en las zonas rojas de nuestras ciudades, intentando ganar monedas a cambio de limpiar vidrios, solicitando limosnas o acechando para algún robo o asalto desesperado, pero los ignoramos directamente, cerramos las ventanillas de los autos y tratamos de huir de sus presencias, que a la vez nos causan lástima y temor.

Solo se vuelven noticia cuando protagonizan algún hecho impactante, como el reciente caso en que un humilde vendedor de chipas fue asaltado y asesinado en las inmediaciones del Mercado de Abasto de Asunción, cuando esperaba el ómnibus para retornar a su casa. Según detalles de la investigación policial, el trabajador fue abordado por una adolescente de 14 años de edad, acompañado de su pareja, un joven también marginal, de 22 años, quienes le exigieron que entregue sus magras ganancias del día. Ante la resistencia, presuntamente fue la chica menor de edad quien le asestó dos puñaladas, que ocasionaron su muerte.

Las indagaciones tras el impactante caso permitieron conocer más detalles sobre la joven acusada de asesinato y las circunstancias que la llevaron a la dramática encrucijada. Hoy sabemos que sobrevive en las calles desde muy niña, que se embarazó y fue madre a los 12 años de edad, que vivía refugiada entre las ruinas de una casa abandonada en inmediaciones del Abasto junto a otros 30 a 40 niños y niñas en situación de calle, en su mayoría adictos al crac y a otro tipo de drogas, con antecedentes de otros hechos delictivos violentos para poder obtener la comida y las sustancias de las que se han vuelto dependientes.

Según datos oficiales, unos 3.000 niños y niñas sobreviven en situación de calle, tan solo en Asunción y el área metropolitana.

Las respuestas gubernamentales son escasas e insuficientes.

La propia ministra de la Niñez y la Adolescencia, Teresa Martínez, admite que la dimensión del problema supera ampliamente los alcances de las acciones que emprenden, con un presupuesto siempre escaso e insuficiente.

La problemática de los niños, niñas y adolescentes en situación de vulnerabilidad no se soluciona solamente retirándolos de las calles, ya que la mayoría provienen de familias pobres, de hogares disgregados, con pocas posibilidades de recibir buena educación y de acceder a fuentes de trabajo.

Para solucionar el problema de la niñez y adolescencia en situación de calle, principalmente hay que reducir la pobreza, mejorar la educación y la salud, crear mejores oportunidades de empleo, acceso a tierra, vivienda, buenos programas de desarrollo.

La mayoría de los municipios, incluido el de Asunción, se desentienden del caso, a pesar de que les compete directamente. La propia ministra Martínez reconoce que entre los pocos municipios que atienden el caso se encuentran los de Encarnación, San Ignacio-Misiones y Villa Elisa.

Hay que hacer algo con urgencia, más allá del mero asistencialismo, para que la sociedad paraguaya deje de ser una fábrica de personas resentidas y criminales ante la exclusión.

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