Los pingos

Arnaldo Alegre

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En el Partido Colorado hay un solo comisario y a su caballo le están poniendo unos anabólicos como para arrasar en el clásico de diciembre y llegar como favorito al derbi de abril.

La incógnita es cuánto aire propio tiene el potrillo. Además falta dilucidar si se trata de un bonito caballo andaluz de exhibición o de un purasangre de cepa triunfadora aspirante a ganar todas las carreras, en especial las que mejor pagan.

Horacio Cartes, su billetera, el aparato estatal, el oficialismo temeroso de la seca llanura y los que votan por lo que ordene el que pague más están apostando a ganador. Si Santiago Peña gana, a cobrar, y si no, a jugarse en otra oportunidad por un alazán con más votos. O al menos dejar siempre de seguir al caballo del comisario.

El ideario de Santiago Peña sigue siendo una nebulosa de propuestas bien intencionadas basadas fundamentalmente en su área de competencia: las finanzas públicas.

Fuera de allí, naufragó. Cuando soltó una propuesta fuera del área económica, como el caso del mentado matrimonio gay (donde le traicionó su liberalismo de cuna y deslizó más bien un pensamiento político que sexual o social), tuvo que salir urgente a hacer aclaraciones y a poner en evidencia su falta de autonomía.

Precisamente, en esa carencia de sustento propio (ni en su primer anillo, por ejemplo comunicación social, pudo colocar a alguien que responda más a él que a Cartes) está la mayor debilidad. ¿Será efectivamente un títere o un mero intérprete de los pensamientos más neoliberales de su jefe? ¿O esperará para armar su entramado y gobernar según su saber y entender?

El otro aspirante colorado a la candidatura presidencial es Mario Abdo Benítez. Su mejor baza en la ANR es su tradición política y familiar. Fuera de ella, entre el electorado común, es precisamente su cuna stronista la que “hace ruido”.

Su experiencia pública es escasa y su discurso, comedido. No se tienen en su contra grandes sospechas, salvo que su figura alimente un fuerte renacimiento nostálgico por la dictadura. De sus palabras no se vislumbra vena autoritaria. Tampoco se conoce su ideario económico-social.

Juan Afara es una tercera vía que sin mayores aspiraciones tratará solo de sobrevivir políticamente a la contienda.

En la oposición hay todavía mucha vaguedad. Mario Ferreiro trabaja de eficiente y sigue haciéndose el difícil. Efraín Alegre aún no enterró el hacha tras los graves sucesos de marzo pasado.

Abril parece lejano. Pero los pingos ya resoplan ansiosos y quieren salir a ganar por varios cuerpos. Hagan sus apuestas.

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