Leonarda Ocampo: “El arte me salvó y me dio una nueva vida”

Para Leonarda Ocampo nunca es tarde para realizar un sueño. Fue peluquera por más de dos décadas, pero un problema de salud dio un giro a su vida: volvió a pintar y transformó su peluquería en un taller de arte.

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Atelier. Leonarda Ocampo (izq.), ejemplo de autogestión y perseverancia, cuenta actualmente con 60 alumnos.

Por Marisol Ramírez

mramirez@uhora.com.py

Leonarda Ocampo Maldonado (57) fue peluquera por 25 años de su vida, pero su real vocación y gran talento estaba latente en la pintura.

La artista dio un vuelco a su vida siete años atrás, luego de una operación a corazón abierto, ya que por recomendación médica debía realizar una actividad relajante. “Ahí decidí retomar la pintura, la cual conocí a los 15 años y tuve que dejar. Así, el arte me salvó y me dio una nueva vida”, afirma Ocampo.

Cuando su salud mejoró reacondicionó su antigua peluquería que está ubicada en Barrio Obrero, y la convirtió en atelier (taller de arte). “Todo me salía muy bien, la gente empezó a pedirme que venda mis trabajos, que enseñe a pintar y así empezó todo”, relata.

Aunque se sentía bien, algo le faltaba. Quería un título, así que venciendo sus propios prejuicios por la edad, se inscribió en la licenciatura de Arte Visual en Bellas Artes, carrera que terminará dentro dos años. “No quería llamarme artista, ni que me digan profesora sin un título, y aunque me cuesta muchísimo ir a las clases todos los días de 7.00 a 13.00, además de las pasantías, recorrido por museos, galerías, etc., siento que vale el esfuerzo”, dice Leonarda, que este año termina su tercer año lectivo.

Ella cuenta con el apoyo de su familia, su esposo que se encarga de la contabilidad del negocio, y sus 4 hijos. “El de 23 años estudia fotografía y toma fotos de mis obras y la de mis alumnos”, señala la profesora que cuenta con 60 alumnos, distribuidos en distingos horarios, de lunes a sábado.

Su evolución en la pintura es tal que algunas compañeras de Bellas Artes van a su atelier para perfeccionar su técnica y practicar, y sus antiguos médicos le llevan sus obras para que las restaure.

Ocampo admite ser “feliz pintando”, y lo hace a cualquier hora del día. “A veces me levanto a las 4 a. m. a pintar”. Ya vendió cien de sus 200 pinturas hechas mayormente al óleo y técnica mixta (frutas, animales, paisajes y retratos), y admite que lo que más disfruta es enseñar. Tiene varios proyectos, entre ellos, hacer un espacio de exposiciones, donde se pueda también escuchar música y comer picadas y tomar tragos.

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