¿Filantropía o agencia sexual?

Carolina Cuenca

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Hace unos días se destapó la olla en Oxfam, una famosa oenegé inglesa que se encarga de intermediar entre financistas y oenegés asociadas en todo el mundo para las famosas “ayudas humanitarias” que, de relacionarse con medicina o prestación alimentaria, hoy abarcan también una enorme cantidad de categorías como la protección de los niños contra abusos sexuales o temas de “salud reproductiva”...

Sus directivos admitieron que entre 11 y 14% de sus empleados fueron testigos o protagonizaron acoso y abuso sexual y que siguen investigando más denuncias. Uno de los casos que más escándalo han provocado es el de las orgías con prostitutas que realizaron miembros de Oxfam en Haití con dinero de la “filantropía” en plena campaña de “ayuda humanitaria” por las terribles consecuencias de un terremoto en ese empobrecido país.

En las primeras crónicas de las agencias de noticias internacionales sobre el caso sobresalían las palabras “caridad”, “humanitario”, “víctima de acusaciones de ex empleados”... Daba a pensar sutilmente que la pobre oenegé británica estaba siendo prácticamente acosada y que las acusaciones eran sobre casos aislados. Pero con el correr de los días la olla destapada nos hace ver cada vez más podredumbre casi institucionalizada. Para la segunda ola de noticias llegadas a través de las agencias, ya se leen adjetivos como “encubrimiento”, “vergüenza”, “retiro de fondos”, “desconfianza”. Pero lo que más llama la atención es esa biensonante “confidencialidad” que ha rodeado tantos años de silencio de los directivos que van confesando su torpe proceder para eliminar estos abusos de la organización.

En el diario británico The Sunday Times publicaron que Oxfam registró 87 incidentes relacionados con abusos sexuales en 2017, de los cuales solo 53 se pusieron en conocimiento de las autoridades.

El caso de la oenegé Save the Children es aún más preocupante, porque a la par de tener una especie de manual sobre cómo prevenir el abuso sexual, registró 31 casos de abusos en su organización, de los que solo 10 fueron puestos en conocimiento de las autoridades... Entonces resulta que los que deben velar por los vulnerables son sus acosadores, con un grado de encubrimiento que da escalofríos. Hipocresía en alta dosis.

Otra oenegé famosa como Médicos Sin Fronteras (MSF) comunicó el miércoles que también ellos registraron 24 casos de acoso o de abusos sexuales solo a lo largo de 2017 y les valió el despido a 19 empleados. Y, fíjense, admitieron que “uno de los principales desafíos es el de eliminar los obstáculos que encuentran las personas que desean denunciar los abusos” porque hay un estigma sobre la persona que lo hace, fallan los mecanismos de protección para las víctimas, hay impunidad, y además ¡las poblaciones son muy dependientes de la ayuda exterior!... ¡Qué indignación produce esto!

Oxfam registra influencias en muchísimos países del mundo, según su informe anual 2016-2017 publicado por AFP, tiene 5.083 empleados, 27.000 voluntarios y trabaja también con oenegés de Paraguay. Sería interesante saber cuánto dinero envían acá, para qué fines, cómo trabajan sus organizaciones beneficiarias... Evidentemente, es hora de rendir cuentas, ser transparentes en todo y hacer un sano ejercicio de control para evitar estos escándalos que desacreditan a estas oenegés.

Pero además de este aspecto, digamos así, externo, también es un momento de revisar el karaku de la cuestión como sociedad. ¿Desde cuándo nos volvimos tan dependientes de las ayudas internacionales y su estilo de pensar y actuar? La intermediación siempre tiene sus complicaciones. Usando una figura conocida: Nos pueden entregar muchos pescados y mantenernos somnolientos y alimentados, pero solo una caña de pescar y nuestra libertad en juego cada día nos harán salir a pescar y vivir del fruto de nuestro sacrificio. Ser hombres libres tiene un costo. Si las oenegés no despiertan esta conciencia en las personas que reciben su ayuda, corren el riesgo de fomentar nuevas dependencias, muchas de ellas, evidentemente, muy peligrosas.

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