El mundo abrió los ojos durante el 2019 ante la emergencia climática

A partir de alarmantes pruebas científicas, millones de personas se manifestaron en el mundo para exigir acciones contra el cambio climático, a la par del resurgimiento de la desobediencia civil en el orbe.

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Esgrimiendo preocupantes investigaciones científicas, millones de ciudadanos se manifestaron este año en el mundo para exigir a sus dirigentes que actúen contra el cambio climático, un movimiento paralelo al auge de la desobediencia civil.

Greta Thunberg, una adolescente sueca desconocida hace un año, se convirtió a los 16 años en el rostro de una juventud en cólera. Con su huelga escolar, sacó a los estudiantes de las aulas para unirlos detrás de una misma causa. Su nombre sonó para el premio Nobel de la Paz y fue elegida personalidad del año por la revista Time.

Su grito se propagó al tiempo que Extinction Rebellion, un movimiento de desobediencia civil no violento nacido en el Reino Unido, se extendió en decenas de ciudades. Al grito de “la esperanza muere, la acción empieza” bloquearon carreteras, puentes y hasta centros comerciales.

A fines de noviembre, con motivo del día de rebajas Black Friday y la COP25 en Madrid, los activistas también bloquearon minas de carbón en Alemania o almacenes de Amazon en Francia.

PROTESTAS. Las movilizaciones se desataron sobre todo a raíz de la publicación, a fines de 2018, del informe del IPCC, el grupo de expertos sobre el cambio climático de la ONU, sobre cómo será el mundo con un calentamiento de +1,5°C frente a +2°C.

“Los científicos mostraron que cada medio grado cuenta”, afirma Amy Dahan, especialista en cambio climático del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) de Francia. Su mensaje, que hasta entonces solo llegó a las autoridades públicas y a las oenegés, saltó al espacio público gracias a los ciudadanos que compartieron el informe masivamente.

El fenómeno es “nuevo”, constata la climatóloga Corinne Le Quéré, presidenta del Alto Consejo para el Clima en Francia y miembro del Comité sobre Cambio Climático británico. Detalla que hace 30 años que trabaja sobre los cambios climáticos y durante 29 de ellos, como científicos, realizaron su trabajo tranquilamente, y ahora, recibe “invitaciones a diario” para participar en debates.

El Informe +1,5°C, como se le conoce ahora, también fue capital para Caroline Merner, una ecologista de 24 años. “Nos dio una línea de tiempo muy clara: Nos quedan doce años para actuar”, asegura esta canadiense, miembro del movimiento Youth4Climate.

Para Merner, ya no es posible aceptar la brecha entre las promesas políticas y las acciones concretas. Explica que los jóvenes ya no aceptan el green washing o el ecoblanqueamiento que apunta a encubrir acciones de las firmas que se muestran colaboradoras del medio ambiente, cuando en realidad no lo son.

Este año, el IPCC dio nuevos motivos para alarmarse, con informes dedicados a la tierra y a los océanos. El grupo de expertos de la ONU sobre la biodiversidad (el Ipbes) advirtió sobre la vertiginosa degradación de las poblaciones de especies.

Al mismo tiempo, los fenómenos climáticos extremos se multiplicaron, desde el ciclón Idai en Mozambique al tifón Hagibis en Japón, pasando por una canícula récord en Europa, sequías en América Central e incendios en Australia, California y la Amazonia brasileña. Venecia se inundó e Indonesia tiene previsto desplazar su capital debido a la subida de las aguas. “Vemos los cambios climáticos con nuestros propios ojos“, constata Corinne Le Quéré.

El 2019 fue uno de los años más cálidos jamás registrados, después de que los últimos cuatro ya marcaron ese récord. La presión de la calle y también de las urnas, con el avance de los ecologistas en el Parlamento europeo, está llevando a los gobiernos a actuar. París y Londres declararon la emergencia ecológica y climática.

¿Libres del carbono para el 2050?
La cumbre sobre el clima de la ONU, realizada en setiembre pasado, estuvo marcada por grandes manifestaciones, y unos 66 estados del mundo se comprometieron a la “neutralidad de carbono” o el “carbono cero” de aquí a 2050. A la vez, EEUU confirmó su salida del Acuerdo de París.
A pesar de la creciente movilización, la Conferencia de Madrid sobre el Cambio Climático, la COP 25, celebrada a principios de diciembre, desembocó en un acuerdo de mínimos.
La movilización fue masiva en EEUU, Australia y Europa, pero más modesta en Asia, África y América Latina, pese a que estas regiones se hallan en primera línea de los cambios climáticos. No por ello, estas poblaciones permanecen inactivas, según Alfredo Jornet, profesor de la Universidad de Oslo, citando como ejemplo a los pueblos autóctonos de la Amazonia que se movilizan desde hace tiempo contra el calentamiento planetario.
“Quien tiene dinero y privilegios, puede permitirse preocuparse por el clima”, opina Melina Sakiyama, activista brasileña de 34 años, resumiendo un sentimiento que encuentra eco sobre todo en las clases populares, obligadas a centrarse en el presente para salir adelante.
Muchos aún se cuestionan si crecerá la movilización en 2020, un año clave para el clima y la naturaleza. Además, el COP 26 será en Glasgow, Reino Unido, a fines de 2020, mientras que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) celebrará su congreso mundial en junio en Francia, antes de una cumbre sobre la biodiversidad en China en octubre. 2020 será “el año de la acción”, opina Greta Thunberg. “Entraremos en una nueva década que definirá nuestro futuro”. AFP

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