El duelo: Cómo enfrentar el último adiós

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El coronavirus no solo obligó a una nueva forma de vivir, sino que impactó en los ritos funerarios, como el velorio, el cual no está permitido. “El funeral de un ser querido siempre ha sido de gran importancia en nuestra cultura y está orientado, por un lado, a organizar el viaje final de la persona fallecida y, por otro lado, ayuda a familiares y amigos a iniciar la elaboración del duelo”, sostiene la sicóloga Noemí Torales Olmedo.

El velorio y el funeral, no importan si es religioso o laico, cumplen una función social muy específica y juega un papel decisivo en la posterior elaboración del duelo, añadió. En la era de la pandemia, se identifica el duelo por Covid-19 o duelo bloqueado, que “es la imposibilidad de que los miembros de la familia puedan ayudar a la persona enferma en el hospital o permanecer cerca o despedirse de ella. Se da cuando la persona ligada afectivamente al fallecido no pasó por el proceso que lleva a aceptar la separación del familiar, no vivió su enfermedad en momentos terminales”. En el duelo bloqueado, hay un impacto en la dificultad de iniciar un proceso que sea efectivo, lo cual puede llevar a que la persona solo experimente ira o negación de la pérdida. La sicóloga Torales Olmedo comentó que no existe una forma específica para sobrellevar el duelo, sino que lo más importante es respetar los tiempos de la digestión emocional que conlleva el duelo a cada persona. “Pero sen el caso del duelo por Covid-19 es fundamental ayudar a la persona a recuperar las piezas del rompecabezas que le faltan; esas piezas son los días de la vida de su ser querido que no han sido presenciados físicamente”. En ese sentido, recomendó organizar encuentros virtuales para honrar a la persona perdida y convertir este evento en un rito de despedida. MARCA EMOCIONAL Para la sicóloga Torales, en la era del Covid-19, la falta de los ritos de despedida crea una serie de consecuencias sicológicas. Por ejemplo, “algunas personas dicen experimentar un congelamiento emocional o de sentirse dentro de una burbuja que les protege sintiendo como si su familiar no hubiera fallecido porque no tuvo oportunidad de organizar su despedida con los familiares y amigos”. El duelo tiene su propia normalidad y su propio curso, sostiene. “Es una vivencia personal y varía de una persona a otra, pero la reciente emergencia, sin embargo, ha significado que esta normalidad se haya alterado, en general, el duelo dura unos meses”. Si el duelo, en una persona adulta, dura más de 12 meses, debe buscar ayuda profesional. “Si pasado este periodo, la persona sigue presa del dolor y la vida diaria no ha retomado su curso o lo lleva con dificultad, podemos asumir que la persona necesita de ayuda profesional para superar la pérdida”.


La falta de estos ritos de despedida (el funeral) ha creado una serie de consecuencias sicológicas.

Noemí Torales Olmedo,
sicóloga.

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