De Caaguazú a Nicosia

Por Fernando Boccia Torres - fernando-boccia@uhora.com.py

  • Facebook
  • Twitter
  • Email
  • Print

Por Fernando Boccia Torres - fernando-boccia@uhora.com.py

Encerradas, drogadas y prostituidas sin siquiera tener derecho a usar preservativos. En los últimos dos años así estuvieron al menos 24 paraguayas en la parte turcochipriota de Nicosia, un Estado de facto que no es reconocido por la comunidad internacional y donde el valor de una mujer es tenebrosamente relativo. Muchas de estas chicas comenzaron su travesía desde Caaguazú, donde la organización mantuvo a varias de sus captadoras durante varios años.

“Es la ruta más cruel”, advirtió la fiscala Teresa Martínez, al explicar que para poder volver al país, cada una de las chicas debía “reclutar” a otras dos y convencerlas de viajar a Turquía. Para ser liberadas, debían –probablemente– engañar a dos amigas, familiares o conocidas para que estas a su vez sean encerradas, drogadas y prostituidas. Sí, “cruel” es el adjetivo correcto.

Organizaciones internacionales, la sociedad civil y autoridades advierten que en los últimos años miles y miles de mujeres paraguayas viajaron al exterior a ser prostituidas. Que lo hayan hecho bajo engaños o no, no tiene importancia a la hora de calificarlas como víctimas, tampoco que hayan sido explotadas sexualmente con su consentimiento o no: esto se trata del abuso de poder por parte de los poderosos hacia los débiles.

La explotación sexual es solo una de las facetas de la trata de personas, al igual que la explotación laboral y ahora incluso el narcotráfico. Rosalía Amarilla y Eulalia Estigarribia actualmente están presas en China por transportar cocaína. La primera enfrenta una pena perpetua, mientras que la otra aún corre el riesgo de ser ejecutada por el Estado chino. Rosalía, Eulalia y todas aquellas paraguayas que siguen en Nicosia son los rostros de un mismo problema.

Más allá de un razonamiento que busque endilgar al Estado la culpa de todos los males, hay una realidad objetiva en esto: las estadísticas describen el perfil usual de las víctimas como una joven madre soltera, desempleada, de escasos recursos y con poca educación.

Los elementos comunes en todos los casos revelan que detrás de la trata de personas están la pobreza, la falta de oportunidades y esa cultura de violencia hacia la mujer que se manifiesta en los abusos y agresiones que muchas de estas chicas ya experimentaron antes de caer en las redes criminales.

El hecho de que Paraguay sea un buen mercado para las organizaciones criminales que buscan esclavas sexuales dice mucho de las políticas sociales, nuestra sociedad y la forma en que tratamos a las mujeres.

  • Facebook
  • Twitter
  • Email
  • Print
Más contenido de esta sección