Estas madres siempre se unen y todos los años se esmeran en la preparación de un rico y abundante tallarín para el almuerzo de la chiquillada de la localidad, así como de personas adultas que cada mediodía del 3 de febrero, se acercan hasta el comedor del oratorio para gustar y saborear la tallarinada especial que en nombre de San Blas, se ofrece cada año a los presentes.
Una de las coordinadoras de la tallarinada, Martha Benítez de Reyes, informó que cada año aumentan los comensales que se sirven la comida. Este año almorzaron unas 300 personas, mayor cantidad que el 2016. “Este preparado abundante del almuerzo tenemos mediante la colaboración de vecinos, de personas de buena voluntad que contribuyen con kilos de carne, fideos, otros traen sopa paraguaya. A todas estas personas les damos un gran que ‘Dios se lo pague’”, remarcó doña. (Informó Darío Bareiro Fariña)