Asunción, una ciudad secuestrada

Brigitte Colmán – @lakolman

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Un millón y medio de perso- nas ingresan a la capital todos los días. Y lo hacen a través de diversos medios de transporte: autos particulares, ómnibus del transporte público, motocicletas, motocarros y alguna que otra bicicleta. Toda esta gente se desplaza desde diferentes ciudades del área metropolitana, Central y Cordillera. Toda esta gente se encuentra cada día en algún embotellamiento. Todos somos víctimas –en mayor o menor medida– del desmadre del tráfico asunceno.

Pero los números no cuadran. Porque Asunción solo tiene 500.000 habitantes; y lo que es todavía peor, 300.000 nomás pagan sus impuestos aquí en Asunción.

Las alternativas de solución son caras y además tardan en llegar; y cuando llegan tan tarde ya no sirven para resolver nada. Ahí tenemos a la Costanera que tardó 20 años en ser realidad, mientras los gobiernos municipales no lograban el apoyo del Gobierno central. Para cuando fue una realidad la avenida Costanera, resultó que los que tienen autos querían una vía rápida y los demás querían un espacio para ir a pasear y mirar el río. Por el momento se declara un empate, pues la vía queda clausurada a cada rato, para el pesar de los automovilistas y el contento de los otros.

Otro ejemplo es el viaducto que hicieron en Madame Lynch y Aviadores del Chaco, también conocido como superviaducto, vaya a saber por qué. Esa obra, una de las glorias del gobierno Cartes, tampoco está resolviendo el problema del acceso a Asunción desde Luque. Porque finalmente todos nos volvemos a encontrar en los embotella- mientos que se generan a continuación.

La cuestión es que nadie se anima, o no quiere –porque no le conviene– a cambiar de una vez por todas el sistema de transporte público. La clave está en este cambio que apenas se plantean nuestras autoridades, porque, ¿quién se anima a ponerle el cascabel al gato? Sobre todo, si el gato es quien colabora generosamente en cada elección.

No es suficiente con que saquen a la calle unos cuantos buses con aire acondicionado. No es suficiente porque el sis- tema sigue siendo el mismo. Cobran un pasaje más caro para seguir prestando el mismo miserable servicio. Y, por si no se han dado cuenta, las calles de Asunción siguen llenas de buses que hacen el mis- mo recorrido desde San Lorenzo hasta Asunción; esto es absolutamente ilógico. Y ese es precisamente el sistema que no quieren cambiar.

La alternativa está en el Metrobús, que está arrancando apenas, con tropiezos y boicots. Cuántos no dejarían de usar sus vehículos si tuvieran la opción de un buen servicio de transporte público, cómodo, seguro, barato y menos conta- minante.

Asunción es una ciudad secuestrada por la insaciable avaricia de unos pocos, pero también por la indiferencia cómplice de autoridades que sola- mente piensan en la próxima elección.

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