Anónimus, infantilíticus, ñembotavyticus...

Por Carolina Cuenca

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Una mañana nos amanecimos con cañería rota en el barrio una vez más. Riachuelo en el asfalto. Raudal sin lluvia. Después de dos semanas de reclamos, la Essap aparece o más bien una cuadrilla de trabajadores sin identificación oficial de no sé qué empresa “tercerizada”. Los vecinos observan. "¿Reencauzarán el agua y dejarán cráteres en el asfalto como en otras ocasiones o harán el arreglo en forma?”. De noche encuentro que ha sido lo primero. Un horrible cráter cargado de arena quedó justo frente a casa. ¿Reclamamos a Essap? Naaa, por lo menos esta vez el riachuelo se secó.

Unos días después aparece una especie de jefe de cuadrilla y avisa que están cambiando los medidores; luego de que desaparece con rapidez, asoman cuatro hombres y comienzan a ¡destrozar las veredas de cada casa de la cuadra! "¿Quién es el encargado, señor?”. "¿Nos van a colocar el mismo tipo de material del que está hecha la vereda?”. “Quién se hace cargo?”... “No sé, señora. Nosotro ko vamos a hacer lo que nuestro jefe nos dice nomás”. "¿Y quién es su jefe, por favor?”. "¿Para qué, señora?”... Después de 40 minutos o más todavía estamos conversando sobre ciudadanía, derechos y obligaciones, dignidad y otros temas filosóficos. "¿Entienden que hay necesidad de responsabilizar a alguien de las ‘obras’?”. “La Essap es señora”. Entonces, corremos el riesgo de que nos dejen la vereda tan desastrosa como quedó la calle enfrente de casa. “Ese no hicimos nosotros”. “Bueno, ¿a quién reclamamos si no nos gusta como dejaron la vereda que acaban de romper ustedes?”. “Yo no sé el nombre de la empresa donde trabajo y no me acuerdo del nombre de mi jefe, pero le vamos a dejar bien ko, señora, anína rejepreocupá”... Y sigue rompiendo la vereda y sacando parte de los escombros junto al arenal de la calle “asfaltada”...

Algunos vecinos observan y como han visto la escena se acercan a comentar. “Siempre la misma cosa ko’ã gente”... Los trabajadores intercambian comentarios sarcásticos... Nunca aparece el jefe, no hay nombres, no hay responsables...

Quizás una metáfora de lo que es el sistema de relaciones “humanas” que alguna vez se instaló entre nosotros con el “péichante” y todo el entramado de corrupción que hay detrás.

Qué lástima. Ni siquiera se trata de algo nuevo que haya introducido este gobierno. El problema ni siquiera es el Estado, sino la sociedad. Si no hay comunidad, personas con sentido de grupo, el Estado crecerá, se harán más leyes, pero la cosa seguirá tal cual. Mañana le tocará sin duda a la familia de ese ciudadano que ahora está partiendo la vereda...

Bien común, tarea pendiente en Paraguay. Pero antes tiene que surgir gente con nombre y apellido, libre para dar la cara, para hacerse cargo. “Karai ko péa” se decía del que con su palabra empeñaba su respeto social. Ese “antes” implica una reconstrucción educativa y cultural que nos haga salir del infantilismo crónico, del ñembotavy, para que “paraguayo” vuelva a ser sinónimo de “persona libre”.

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