14 may. 2024

Almohadas y piri, el lucrativo negocio de facilitar el sueño a promeseros

Son las 20.00 del sábado. Zunilda González y Cristina Pereira se preparan para recorrer la plaza ubicada a la vera de la Basílica de Caacupé. En sus manos llevan unas seis livianas, aunque incómodas, bolsas de hule cuya transparencia deja ver los diferentes motivos del producto. Son vendedoras que les acercan el sueño a los promeseros, según bromea Zunilda lanzando una mirada cómplice a su compañera.

Rollos.  El arte de convertir las   alargadas plantas de un esteral en rústicos somieres que son usados tradicionalmente por  fieles tras el peregrinaje.

Rollos. El arte de convertir las alargadas plantas de un esteral en rústicos somieres que son usados tradicionalmente por fieles tras el peregrinaje.

Las dos son oriundas de Ypacaraí y todos los años asisten a la Villa Serrana ataviadas de eso que urge tanto como el agua para quien caminó kilómetros, en pago por una promesa a la Virgen. Las almohadas y el tradicional piri, usado como rústico somier, se venden como agua en los alrededores de la Basílica.

Ellas llegaron recién ese día señalado con 150 unidades y esperaban venderlas esa misma noche. “Se vende mucho la almohada; mis parientes en tres días ya vendieron como más de 500 de estas”, asegura Zunilda apuntando el conjunto de cojines apretujados como embutidos en bolsas plásticas.

Una vez que vendan todo el lote, volverán a su localidad para llevar más almohadas, confeccionadas por sus propias manos, según las vendedoras.

La plaza Teniente Fariña se llena de feligreses que, luego de la maratónica procesión, llegan rendidos al encuentro con la Santa Patrona y precisan descansar bien el cuerpo para presenciar la misa principal del 8 de diciembre.

Tanto Zunilda como Cristina fueron con sus hijos, quienes cumplen –dicen– el papel de capataz “vigilando” que la pila de almohadas permanezca en su lugar. Mientras, sus madres recorren con al menos seis unidades para regalarle unas horas de sueño a los extenuados promeseros.

Colchón. Otro que les facilita el descanso a los peregrinos es Marcos Saucedo, proveniente de la ciudad de Areguá, quien ya se instaló en uno de los espacios de la Villa Serrana en espera de clientes, informó Darío Bareiro, corresponsal de ÚH.

Los promeseros, al llegar a Caacupé, buscan el tradicional piri, un producto de los esterales, que es utilizado como cama para reponerse del cansancio que genera las largas caminatas. Como un somier de campaña ayuda a conciliar el sueño y recuperar energías.

Don Marcos, junto con sus hijos y nietos, llevó a Caacupé 150 docenas de piri aguardando los días centrales de la festividad mariana, como todos los años, para comercializar dichos productos.

El negocio lleva adelante hace 14 años y no oculta su alegría porque todos los años vende en su totalidad los piri, lo que le deja importantes dividendos.

Cada rollo contiene dos docenas de piri y cada una de estas camas cuesta G. 15.000, aunque por lo común los precios suelen variar cuando se acerca el día señalado.

Hasta el fin de semana último, las almohadas costaban G. 10.000, pero su precio puede duplicarse por alta demanda y dependiendo de la cara del cliente. En la víspera de la del Día de la Virgen, durante la noche del 7, se vende un promedio de “2.000 almohadas”, cuenta Zunilda mientras Cristina asiente con la cabeza de arriba para abajo.