“Último presidente no logró retener el poder por protestas de la gente”

El economista James Robinson destacó que la democracia paraguaya se ha consolidado gracias a una sociedad activa que evitó que se viole la Constitución. Sin embargo, el gran desafío es fortalecer sus instituciones y disminuir la corrupción.

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Experto. El prestigioso economista disertó a sala repleta en el Instituto del Banco Central.

Samuel Acosta

@acostasamu

El prestigioso economista y catedrático británico James Robinson desarrolló ayer, en la sede del Instituto del Banco Central del Paraguay (BCP), una charla magistral con el tema Por qué fracasan los países, que también es el título de su reciente libro. Durante su ponencia, puso un especial énfasis en que lograr el desarrollo económico por parte de los países depende en gran manera de la calidad de sus instituciones. Tras la ponencia, mantuvo un diálogo con medios de prensa locales.

–Usted habló de que los países con instituciones fuertes tienen más posibilidades de crecer y desarrollarse. Paraguay tiene como gran desafío lograr la calificación en grado inversión, pero las calificadoras de riesgo siempre remarcan que hace falta mejorar el nivel de institucionalidad. ¿Qué acciones se deben tomar para lograr ese objetivo?

–Estuve enfatizando la inclusividad de las instituciones, pero también la inclusividad de las instituciones en forma política. Creo que Paraguay ha tenido mucho éxito en consolidar la democracia en los últimos 20 años. Parecería haber una sociedad civil muy activa, pero sin tanto éxito al construir institucionales estatales. Creo que en Latinoamérica, según Transparencia Internacional, Paraguay viene como el segundo más corrupto después de Venezuela; entonces, se tiene que esforzar en construir su capacidad, en ser mejor, en basar sus decisiones en la meritocracia. Ustedes saben lo que hay que hacer. Creo que hubo mucho progreso en Paraguay en las últimas décadas, si ustedes miran, por ejemplo, al último presidente que trató de quedarse en el poder; sin embargo, no lo logró debido a la protesta de la gente. Hay mucha rendición de cuenta y responsabilidad, pero hay que trabajar en construir las capacidades de las instituciones.

–Uno de los desafíos de nuestro país es lograr una mayor reducción de la pobreza, ¿cómo podemos llevar a nuestra economía, que sigue mostrando un ritmo de crecimiento, hacia un modelo económico que sea más inclusivo?

–No soy un experto de la economía paraguaya para hablar sobre los detalles de ella, pero el problema que usted está describiendo es extremadamente común en toda Latinoamérica e incluso en los Estados Unidos. Entonces, lo que hay que hacer es implementar las leyes de competencia justa y ponerlas en marcha, hacerlas funcionar a las leyes de la competencia. Esto no es una cosa aislada, hay un conjunto de cosas que hay que hacer, se necesita educación, las capacidades de las personas, ver las oportunidades, es un todo que se complementa.

–En su ponencia usted habló de por qué fracasan los países, ¿podría explicar cómo observa lo que está ocurriendo con economías vecinas como las del Brasil y Argentina, y de qué manera esto puede afectar estos fenómenos a países como Paraguay?

–Creo que la historia del Brasil es muy parecida a la que ha tenido el presidente anterior; en el Brasil había una democratización muy exitosa, muchas instituciones demostraban mejoría, pero el Estado en su mayoría no se había reformado ni cambiado. Entonces había procesos tremendamente politizados para establecer contratos o contratar personas, el Estado se convierte en una herramienta de manejo y no en una herramienta para proveer beneficios y distribuirlos a las personas. El problema con la Argentina es el mismo, pero mucho peor por el partido peronista. Es peor porque tienen un partido que tiene una visión extremadamente divisible, polarizada de la sociedad argentina, que hace que construir instituciones sea extremadamente difícil.

–¿Qué opinión tiene respecto al impacto que puede tener esta guerra comercial entre China y los Estados Unidos para los países que de alguna manera, a través del comercio exterior, estamos conectados con estas potencias?

–En una situación como está todo el mundo sale afectado. Sería un desastre para la prosperidad del mundo y espero que el presidente Donald Trump recobre el sentido, pero, obviamente, va a restringir el mercado respecto al comercio internacional y va a tener consecuencia de prosperidad para todo el mundo.

–Ante este contexto internacional, ¿qué pueden hacer los países para mitigar el impacto de la guerra comercial?

–Se pueden profundizar las relaciones comerciales regionales, quizás un efecto saludable de la administración Trump es que ya nadie puede confiar cien por ciento en el comercio americano. Quizás esto cree solidaridad entre los países latinoamericanos. Esta situación debe ayudar a profundizar las relaciones comerciales.

–Parte de la mitigación de este impacto podría ser, por ejemplo, lograr cerrar acuerdos como los que se vienen negociando entre la Unión Europea y Mercosur; o fortalecer acuerdos bilaterales entre economías específicas.

–Por supuesto, la economía sugiere que estos acuerdos multilaterales son más poderosos, pero se hace lo que es políticamente posible.

–¿Cuál es el modelo de instituciones al que los países deben apuntar para tener mejores resultados?

–El cambio para la prosperidad pasa por innovación, la diferencia entre los países ricos y pobres es sobre el modelo de instituciones que tienen, se desarrollan los que promueven la innovación y estimulan las ideas; en cambio, tienen pocos resultados los países con instituciones meramente extractivas. La gente que tiene mucho dinero siempre quiere encontrar mecanismos para defraudar al Estado, es por eso que no solo son importantes las leyes antimonopolios, sino también que se cumplan. La distribución de poder en un país es muy importante; cuando está concentrado el poder nunca se tendrán instituciones inclusivas. Es inimaginable que en países como, por ejemplo, Colombia o México hombres de gran poder económico estén siendo juzgados por la justicia. La Argentina en 1920 era uno de los países ricos del mundo, pero nunca tuvo un sistema político para consolidarse y fortalecer a sus instituciones. Si quieren crear una economía moderna, no lo harán bajo la mano de un dictador; si quieren entender cómo funciona el mundo, deben conocer su historia.

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