La Virgen María es la Madre de Jesús.
“Ella es la mujer de fe. Ella creyó. Y su vida es testimonio de que Dios no nos defrauda. Dios no abandona a su pueblo. Aunque existan situaciones en las que parece que Dios no está”.
La Virgen María es también nuestra Madre.
“Ha estado y está en nuestros hospitales, en nuestras escuelas, en nuestras casas. Ha estado y está en nuestros trabajos y en nuestros caminos”.
“Ha estado y está en la formación de la Patria, haciéndonos Nación. Siempre con una presencia discreta y silenciosa”.
“En la mirada de una imagen, bajo el signo del rosario y sabemos que no vamos solos”.
“Como pueblo hemos venido a nuestra casa de Caacupé, a la casa de la patria paraguaya”.
A escuchar una vez más esas palabras que tanto bien nos hacen: “Alégrate, el señor está contigo”.
Es un llamado a no perder la memoria, a no perder las raíces, los muchos testimonios que han recibido del pueblo creyente y jugado por sus luchas.
Una fe que se ha hecho vida, una vida que se ha hecho esperanza y una esperanza nos lleva a vivir en el amor entre todos los hermanos.
“Al igual que Jesús, sigan viviendo en el amor. Sean ustedes los portadores de esta fe, de esta vida, de esta esperanza”.
“Ustedes paraguayos y paraguayas sean forjadores de este hoy y del mañana”.
Volviendo a mirar la imagen de la Virgen de Caacupé les invito a decir juntos: “En tu Edén de Caacupé, es tu pueblo Virgen pura el que te da su amor y fe”.
Estos días, varios millones de paraguayos y paraguayas también las hemos repetido ante Tupãsy Caacupé caminando a la Villa Serrana.
Que ella –la Santísima Virgen de Caacupé– nos acompañe y dé fuerzas en estos tiempos tan difíciles en que vivimos.