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La trilogía de Jason Bourne había terminado redondita. Claro que al quedar con vida el héroe, la posibilidad de que la aventura continúe no era descabellada; más aún si la trilogía fue un éxito de taquilla y crítica, ¿por qué no forzar la cosa y seguir con la gallina de los huevos de oro? Fue así como llegó Bourne Legacy y ahora ya tenemos la quinta entrega.
El director Paul Greengrass aprovecha todo lo bueno de los anteriores capítulos y ahora como guionista también nos da una trama parecida a las anteriores. Bourne sigue con la memoria descarriada y queriendo saber más sobre su pasado. La CIA, por su parte, siempre lo quiere eliminar mostrando su cara más siniestra. En esencia, es el personaje que todos conocemos y en el contexto con que mejor se desenvuelve.
Es cierto que se introduce una nueva antagonista, en cuya ambigüedad se quiere hacer recaer la novedad. Pero al final Bourne siempre ha lidiado contra mujeres, además de los hombres corruptos que lideran los proyectos secretos. Nuestro espía no ha tenido suerte nunca en el amor, pero de alguna manera ellas han sido sus mejores aliadas siempre.
Hay grandes momentos de acción, como una persecución vehicular que para la respiración del espectador, y una pelea cuerpo a cuerpo, donde se corta la música y solo escuchamos los golpes y gemidos de ambos contrincantes. Todo esto ya lo vimos con Bourne como protagonista, y estas repeticiones, ya sea en el argumento o en escenas específicas, le restan originalidad a la producción en general. Al forzar una quinta parte, ya se pierde la esencia y para algunos queda como la sensación de que hubiesen dejado todo en la trilogía original. A pesar de esto, los seguidores de Bourne estarán a gusto seguramente. Veremos qué dicen cuando venga la sexta parte.
Calificación: *** (buena)