Rebelión amenaza viejos privilegios en la UNA, a 127 años de su creación

De la indignación por varios hechos de corrupción, los universitarios concentran su lucha por la reforma del Estatuto de la UNA, la cual pone en jaque más de un siglo de privilegios y de estructura burocrática.

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Melquiades Alonso

Con un megafestival artístico, los universitarios conmemoraron anoche un nuevo aniversario de la Universidad Nacional de Asunción (UNA). Y lo hicieron en el marco de la lucha que sostienen desde la revuelta estudiantil que estalló hace exactamente un año.

La rebelión mandó a la cárcel –por dos meses– al ex rector Froilán Peralta y forzó la renuncia en cadena de otras autoridades, entre ellas, el entonces vicerrector Andrés Amarilla y seis decanos: Antonio Rodríguez, de la Facultad de Ciencias Económicas; Isacio Vallejos, de la Facultad de Ingeniería; Aníbal Peris, de la Facultad de Ciencias Médicas; Juan Gualberto Caballero, de la Facultad de Ciencias Veterinarias; Rubén Di Tore, de la Facultad de Odontología, y Lorenzo Meza, de la Facultad de Ciencias Agrarias.

Eso sin contar al medio centenar de funcionarios y directores de la UNA que fueron imputados y que irían a juicio oral junto a Froilán.

Los estudiantes buscan que ningún estamento tenga mayoría propia, en virtud a que hasta ahora la facción docente alcanza el cuórum necesario sin precisar de los estudiantes ni de egresados no docentes.

Juez y parte. Para el Ing. Hugo Cataldo, quien en 1998 presentó un proyecto de reestructuración institucional y estatutaria de la UNA, el problema que atraviesa la institución es que sus autoridades “son jueces y parte de su propia acción” en los órganos de gobierno: Consejo Directivo, Consejo Superior Universitario y Asamblea Universitaria. “Fue la única presentación hecha en 100 años”, dice sobre el plan de reforma que elaboró con un equipo de académicos e investigadores.

“Lamentablemente no hubo y sigue no habiendo interés de cambios por parte de quienes comandan la Universidad y eso está causando un enorme perjuicio de la élite intelectual del Paraguay”, dice.

Cataldo menciona que en base a la interpretación de la autonomía universitaria, las autoridades vieron el campo liso para hacer cualquier cosa.

“Basado en eso, como que no tienen que rendir cuentas a nadie y así ocurren este tipo de cosas. Las autoridades de la Universidad se aprovecharon de esa autonomía constitucional para permanecer en la claque”, apunta.

Oportunidad. Para Melquiades Alonso, la “rebeldía sana” de los estudiantes amenaza la vieja estructura burocrática, a la vez que abre la posibilidad de mayor participación. “Lo que buscan es una transformación de la propia estructura de la Universidad”.

En su opinión, el cambio del Estatuto para un sector más consciente del estudiantado es solamente “la puerta que puede abrir la posibilidad de una transformación más profunda” de la mayor casa de estudios superiores del país. “Eso va a tener que llevar a grandes discusiones dentro de la Universidad para tomar consciencia de lo que realmente hay que cambiar. No es simplemente la estructura de gobierno, también la estructura académica y el papel que la Universidad tiene que cumplir en la sociedad”, observa el especialista, quien integra el Consejo Nacional de Educación y Cultura (Conec).

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