Prudencia y audacia

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La prudencia es una cualidad muy importante. Se refiere a la capacidad de actuar con cuidado, de manera adecuada, cautelosa, moderada, reflexiva, sensata, con buen juicio. Implica ser precavidos para evitar potenciales daños a nosotros mismos y a terceros.

La audacia es asimismo una cualidad muy importante. Es el valor de intentar hacer las cosas de manera diferente, atreverse a innovar, a modificar el status quo, arriesgar enfrentado incluso fuertes resistencias de todo tipo, tanto a nivel interno como externo.

Ambas cualidades pudieran parecer contradictorias, la primera empujándonos hacia una actitud más conservadora y, la segunda, hacia una actitud más reformadora. Pero ambas son necesarias en momentos y situaciones diferentes que nos toca vivir.

A nivel de nuestros tomadores de decisión estamos en momentos en donde debemos activar con mucha sabiduría las dos cualidades.

En el tratamiento del Presupuesto General de Gastos de la Nación (PGN) del 2020, la palabra clave y la actitud correcta y necesaria es, sin dudas, prudencia.

La descripción de la situación en términos de la coyuntura que nos toca vivir hoy ya está suficientemente explicada y con un enorme consenso entre los especialistas. Deberían quedar claro los enormes riesgos que enfrentamos si no actuamos con mucha prudencia en este momento.

Las demandas –muchas de ellas muy legítimas– que provienen de casi todos los sectores por aumentos presupuestarios deben toparse, necesariamente, con el buen juicio de los que tomarán la decisión finalmente de cómo asignar los recursos.

El PGN exige una gran dosis de responsabilidad en estos momentos tan delicados de la economía. Y solo con mucha prudencia podremos encarar años complicados sin destruir lo que tan difícilmente hemos construido en términos de nuestra estabilidad económica.

Pero como esta estabilidad que debemos defender es una condición necesaria, aunque no suficiente para el desarrollo, es ahí donde debemos activar la otra cualidad mencionada de la audacia.

Audacia para encarar determinadas reformas absolutamente necesarias y que precisan de un liderazgo político al más alto nivel que las impulsen, enfrentando resistencias de todo tipo que buscarán impedir o retrasar los cambios imprescindibles.

Cuestiones como la mejora de la calidad del gasto público, la reforma profunda del servicio civil, del sistema educativo, previsional y de la justicia, solo por citar algunos, implican necesariamente asumir riesgos, pues estamos atrapados en un sistema que se ha vuelto totalmente disfuncional para un verdadero desarrollo sostenible e inclusivo en el Paraguay.

En estas cuestiones la prudencia puede más bien sonar a una excusa para permanecer en una zona de comodidad para no cambiar nada. Acá se precisa contrariamente de una fuerte dosis de renovación para lo cual la audacia será fundamental en los líderes y tomadores de decisión.

La audacia sin juicio puede ser muy peligrosa y es precisamente el cuidado que debemos exigir a nuestros representantes cuando se gestionan las cuestiones de Estado. Hoy, el tratamiento del PGN exige un enorme cuidado que se traduce en prudencia.

Asimismo, los buenos juicios que se traducen muchas veces en hermosos discursos y grandes planes, son estériles sin la necesaria audacia para llevarlos a cabo. Con esto, se va destruyendo la confianza social y emerge con fuerza la frustración.

Napoleón decía que con audacia se puede intentar todo, mas no conseguir todo. El tema es que no conseguiremos nada si no intentamos decididamente algo.

En tantos temas, Prudencia y Audacia, contradictorias y a la vez complementarias, son absolutamente necesarias para nuestro país.

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