Pasión de multitudes

Iván Lisboa – ilisboa@uhora.com.py

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No, no hablamos de fútbol.

Hablamos de esa necesidad extrema que vienen generando las mieles del poder en los que ocupan el sillón presidencial. Esa necesidad de continuar cueste lo que cueste: violando la Constitución, comprando conciencias y hasta engañando a la gente.

Qué importa si al asumir dijiste que no te interesaba en absoluto ser reelecto. Qué importa si tan solo hace unos meses dejaste de creer en un proyecto de enmienda que iba a generar división en la sociedad paraguaya. Menos va a importar si votaste en una sesión del Congreso en contra de la enmienda.

La reelección presidencial se volvió una pasión de multitudes. Todo vale por volver al Palacio de López por cinco años más. Y así, de repente, las redes sociales fueron invadidas con el mensaje: “Que la gente decida”.

Después vinieron los mensajes de texto a los celulares: “Que no te roben tu derecho a decidir”. Excelentes estrategias, nada más astuto que divertirse con la ignorancia de la gente que nunca leyó la Constitución Nacional, pero que obviamente tiene un celular, tiene Facebook y Twitter.

Y también así, de repente, todo aquel que alza su voz de protesta contra la violación de la Carta Magna se volvió antipatriota para las millones de conciencias republicanas y nacionalistas.

A la par fue lanzada la propaganda del Metrobús, donde el Gobierno invitaba a sacar pasajes para un servicio que no vamos a ver sino hasta el 2018 o 2019. Después vino la triste inauguración de un geriátrico en San Bernardino, que ni siquiera contaba con agua potable y estaba repleto de cables pelados. Pero había pues que mostrar algo para “que la gente decida”.

Que nadie discuta el fin de esos megaproyectos. Es cierto que el Metrobús va a cambiar la vida de miles de pasajeros, de automovilistas, y también es cierto que una vez terminado el centro de cuidado de ancianos se va a garantizar paz y tranquilidad a una franja etaria históricamente olvidada. Pero el contexto y la forma en que se hicieron estas cosas generan impotencia y amargura.

Ya pasó Navidad y se vienen las fiestas por el Año Nuevo. En este 2016, nos tocó soportar miles de decepciones, entre las que sobresalieron los negociados del primer anillo del presidente Horacio Cartes con el Estado, a través de sus empresas de petróleo, agua y seguros.

Con el último golpe de la disidencia, colocando a Ariel Oviedo como presidente de la Comisión Permanente del Congreso, parece que tendremos un verano tranquilo. Recomendamos sinceramente que cuando las manecillas del reloj marquen las 00 horas del 1 de enero del 2017, alcemos las copas y pidamos que en el año entrante el presidente Cartes deje de creer que queremos que siga por cinco años más. La gente ya decidió.

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