Los milagros del papa Francisco

Por Andrés Colmán Gutiérrez – Twitter: @andrescolman

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Sin siquiera haber puesto aún un solo pie en tierra guaraní, el papa Francisco ya está logrando lo que tanta gente viene reclamando sin éxito desde hace años: que las autoridades empiecen a arreglar rutas, calles y monumentos; que la histórica calle Palma sea por fin peatonal (aunque pintada de un chillón color amarillo); que el Panteón de los Héroes sea remozado y, por sobre todo, que la Municipalidad de Asunción y el Gobierno central descubran que hay barrios de gente humilde que también merecen obras para una vida más digna.

Lo que algunos ya bautizamos irónicamente como “el efecto Francisco”, resulta llamativo e interesante.

Suele ocurrir también en épocas de elecciones, pero esta vez tendrá un alcance de mayor magnitud y ojalá resulte más duradero: lavarle un poco la cara a la escandalosa pobreza; responder –aunque sea coyuntural y populistamente– a antiguos reclamos de amplios sectores de la población, quizás sin pensar que Jorge Bergoglio sabe muy bien que viene a un país donde hay mucha pobreza (o riqueza muy mal distribuida), corrupción, injusticia e impunidad, y que viene justamente por eso, convencido de que su presencia puede influir en cambiar un poco lo mucho que está mal y en potenciar la pocas pero esenciales cosas que sí están bien.

En ese sentido, uno de sus actos más simbólicos será la fugaz, pero fundamental, visita al Memorial del Ycuá Bolaños.

Las ruinas del supermercado incendiado el 1 de agosto de 2004, la mayor tragedia en la historia contemporánea del Paraguay, dejó un saldo de 400 muertos, 365 sobrevivientes, 206 huérfanos, unas 5.000 familias afectadas de manera directa y todo un país en shock ante lo ocurrido.

La Justicia, a casi 11 años de lo ocurrido, no fue capaz de dar alivio y reparación satisfactoria a tantas familias, pero la visita del principal líder religioso a nivel mundial puede significar la mayor reivindicación de ese justo reclamo y al mismo tiempo el mejor bálsamo que tantas almas afligidas esperan.

La otra reparación histórica significará la visita a la capilla San Francisco, en el Bañado Norte de Asunción.

Los habitantes de esa “ciudad oculta”, donde miles de familias humildes sobreviven en chozas precarias, en medio de cloacas y periódicas inundaciones, han sido siempre olvidados y marginados, salvo en épocas de masiva caza de votos.

Hoy se están volviendo protagonistas privilegiados de la noticia, solo porque Francisco ha decidido llegar a verlos.

De alguna manera, el Papa también nos ayuda a conocer mejor a nuestro propio país.

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