Los ex

Por Benjamín Fernández Bogado – www.benjaminfernandezbogado.wordpress.com

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El Paraguay ha pasado ya sus buenos años de democracia y varios de sus altos funcionarios son hoy parte del olvido, que es la manera como la sociedad sanciona a quienes su legado principal es haberla hecho más pobre, corrupta o marginal. Los y las ex abundan en todos los cargos desde el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Gente cuya única herencia sea tal vez un cuadro y alguna foto en el exterior que recuerda su paso por una función pública llena de desaciertos, incoherencias y corrupciones. Forman parte de una legión que vive de la nostalgia de los tiempos idos, que se agavilla en grupos con los que cazaban en conjunto o en sociedades secretas, donde se protegen y generan algo de empleo en medio de la reprobación general.

Nadie en el país recuerda tres nombres de ministros de ninguna cartera. Confunde cargos y jamás contrataría a alguien que pasó por la función pública. En otros países sus capacidades son reconocidas y las empresas privadas compiten por hacerse de sus servicios por la experiencia en gestión acumulada. Saben qué hacer y cómo. ¿Qué colegio o escuela contrataría a la actual ministra como directora si ha puesto a la educación en el último lugar y ni cocido sabe comprar? En el Paraguay, el paso por la función pública equivale a una capiti diminutio tan grande que les asusta los años por venir. Nadie tiene tiempo para ellos y todos olvidan sus convites. Duarte Frutos tiene razón cuando buscando algo de consideración afirma que “ahora recién tiene la edad para ser presidente” o que otros ex todavía especulen con la idea de cambiar la Constitución para volver o el actual para evitar ser un ex.

La gran pregunta es ¿para qué? Para lo mismo que ya conocemos... es un acto de suicidio cívico colectivo y para muestra de afecto le quedan los nietos, pero ya no alguna oportunidad de administrar la cosa pública. El pueblo castiga su paso con el desprecio. Ni los familiares los quieren porque consideran que no ha sido todo lo generoso que debiera. Otros acaban matrimonios porque el tiempo ocioso es tan grande que el único divertimento que tienen para pasar las horas es el que ofrece la juvenil secretaria más cercana que ahora también se ha retobado y exige compensaciones más allá del cargo y el salario mensual al propio defensor del consumidor. ¡Qué metáfora!

Los ex son unos zombis. Muertos en vida, cuyo dinero acumulado en el paso por la función pública es sujeto de manotazos de abogados, fiscales y magistrados. Finalmente... el que roba al ladrón tiene cien años de perdón. Cómo no dejarse seducir por tamaña afirmación.

Por eso nadie quiere ser ex, todos desean continuar en el cargo hasta morir y son capaces de las peores traiciones con tal de seguir cerca del calor del poder, porque saben muy bien que después de eso... no hay vida.

Sin empleo, sin imaginación para emprender una nueva actividad, sin capacidad para crear empresas, viven rumiando sus frustraciones y añorando tiempos pasados en que todo era gratis para ellos, pero costoso para todos, como el servicio amatorio.

La realidad es cruel con ellos como cruel es la administración de los que sabemos no les queda más en el futuro cercano que el escarnio, repudio y olvido de todos.

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