Los bonos que sí pueden transformar y son finitos

Miguel Benítez – TW:@maikbenz

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En cinco años, el Estado paraguayo, vía Ministerio de Hacienda, ha emitido USD 3.410 millones en bonos soberanos. El compromiso de pago (con la última colocación de USD 530 millones realizada este año) se extenderá hasta el 2048. Sí. Por tres décadas, todos los paraguayos estarán pagando una importante deuda, así que lo menos que se puede esperar es un retorno justo.

Del total de los recursos obtenidos, al Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) fueron transferidos solo USD 2,5 millones y corresponden a la emisión de 2014, según consta en la planilla oficial del Tesoro. El grueso del dinero fue enviado a los ministerios de Hacienda (USD 1.163 millones) y de Obras Públicas (USD 1.174 millones). La mitad de la colocación del año 2017, así como la mitad de la última emisión, tienen como fin el pago de viejas deudas. Es decir, el bicicleteo.

Mucho se ha hablado de los bonos en el último lustro, pero existen dos bonos que se están descuidando y que sí pueden lograr una real transformación: el bono demográfico y el bono energético. El primero se traduce en la población joven. El 70% de los paraguayos tienen hasta 40 años y el 60% posee hasta 30 años, de acuerdo con las estadísticas oficiales. La población económicamente activa para potenciar la productividad en el corto y mediano plazo es ideal.

El bono energético es el excedente actual de hidroelectricidad, el cual se está cediendo a Brasil y a Argentina a precios muy bajos. Ambos recursos tienen fecha de expiración, no son eternos. El buen aprovechamiento es clave.

Allí radica la importancia de invertir en formación y capacitación. Serán los jóvenes de hoy quienes mañana tendrán la obligación de trabajar y generar riqueza para poder pagar las deudas que las generaciones actuales están dejando. En sus manos también quedará tomar las mejores decisiones.

Para un país en vías de desarrollo no existe mejor inversión que en sus talentos humanos. Por tal motivo, indigna que aún la apuesta al sector educativo sea tan escasa (no alcanza ni el 7% de PIB y en lo que hace a ciencia y tecnología no llega al 1%).

Por otro lado, el modelo financiero actual no es amigable con los emprendedores tecnológicos (casi todos jóvenes), aunque ese problema no es exclusivo de Paraguay.

Los riesgos que representan las startups (empresas emergentes basadas en tecnología) hacen que bancos y financieras sean reticentes a la hora de otorgar créditos. Sin embargo, a más de eventuales concursos, se debe buscar la manera de potenciar el financiamiento a este segmento, tratando así de sincronizar las ventajas del bono demográfico.

energía. El Grupo de Investigación en Sistemas Energéticos (GISE) de la UNA emitió su segundo boletín, en el que indica que de acá a cinco años se tomarán decisiones fundamentales para el desarrollo nacional. Primeramente, señaló que la mayor utilización de la energía paraguaya, a través de la industrialización, creará dos millones de empleos al 2040.

También recomienda que a partir de 2023, cuando Itaipú pueda otorgar USD 1.000 millones más al año a Paraguay (depende de las negociaciones con Brasil), se cree un fondo soberano para financiar inversiones en educación e infraestructura. La otra posibilidad (si Brasil no acepta) es producir renta hidroeléctrica, al vender el excedente energético al mercado brasileño o terceros países. Pero ese excedente se terminará, por lo que sería conveniente crear el fondo y suscribir contratos programados..

En conclusión, los bonos soberanos podrán estar de moda, pero no se deben olvidar estos dos bonos que, de emplearse correctamente y eliminando la corrupción, ayudarán a lograr el anhelado progreso.

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