La economía mundial entró en una etapa –probablemente larga– de menor crecimiento. A esto se agregan las condiciones propias de Paraguay, que además de depender en demasía de la demanda externa, su transición hacia una economía más dinámica en términos de diversificación y aumento de la productividad es lenta.
La evolución del sistema financiero es el reflejo de la nueva coyuntura aunque esto todavía no significa riesgos para la estabilidad. Por otro lado, hay que recordar que adicionalmente a los factores externos, en 2015 hubo cambios regulatorios como el de los límites a la tasa de interés que afectaron la rentabilidad. Sin embargo, antes del cambio la rentabilidad en Paraguay era una de las mayores en Latinoamérica, por lo que su reducción no significó alteraciones importantes por el lado de la oferta.
Al contrario, las expectativas futuras de los agentes económicos relevados a través de la encuesta sobre la situación general del crédito realizada por el Banco Central del Paraguay a los intermediarios financieros es optimista para lo que queda del año. Se espera un leve repunte de la actividad agropecuaria, el dinamismo del sector construcción y una tendencia positiva de la industria.
De todos modos, las autoridades monetarias deben realizar el esfuerzo necesario para garantizar la confianza de los ahorristas e inversionistas. La buena salud de la que goza el sistema financiero debe mantenerse con medidas adecuadas, dado que existen factores de riesgo que pudieran amplificarse en los próximos meses y años. Uno de los más importantes en la existencia de un mercado no regulado que está creciendo y que no debe ser perdido de vista.
Algunos de los desafíos futuros son mejorar los canales y la calidad de información, tanto de la oferta como de la demanda, ya que su deficiencia es un obstáculo para dotarle de dinamismo al mercado de créditos. En este mismo ámbito, otro desafío es mejorar la confianza de los ahorristas de manera a ampliar el volumen de depósitos a largo plazo y resolver el problema del calce para aumentar los créditos a largo plazo.
En definitiva, deben continuar fortaleciéndose las medidas que minimicen riesgos y garanticen confianza y previsibilidad para que el sistema financiero contribuya sustancialmente a las necesidades de financiamiento de la economía y se pueda mantener un crecimiento estable, aunque probablemente de menor nivel al que estuvimos acostumbrados en la última década.