Formación de pandillas estructuradas de motochorros preocupa a ciudadanía

La consolidación de estructuras puede llevar a estas pandillas de delincuentes a incursionar en formas de delinquir más propias del hampa; sin un combate de raíz, pueden llegar a controlar barrios enteros.

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Vida de locos. Un copí alardea en un video de los billetes que han juntado en los sucesivos robos cometidos a diario.

Una de las preocupaciones que no ocultan los responsables de dar seguridad a la ciudadanía, y expresada por la gente misma, es la conformación, en los últimos tiempos, de pandillas de motochorros. La estructura de una banda de este fenómeno delincuencial pudo ser vista en la recientemente desarticulada tras el asalto del que fue víctima el joven Carlos Bernal (20), el pasado 18 de octubre. Con las sucesivas detenciones de los diversos implicados en el ataque –ocurrido sobre la calle Chaco Boreal, del barrio Ypatí, de Villa Elisa, a las 22.00–, aparecieron las funciones que cumplen sus integrantes y las conexiones dentro de la banda.

LA BANDA. Wilson Alcides Meza (23) fue detenido al día siguiente del asalto con un montón de celulares en su poder; era quien se encargaba de juntar y llevarlos al reducidor. Además, conducía la motocicleta en los atracos. César Talavera Cuevas, también detenido, se encargaba de reducir los teléfonos robados en la Galería San Miguel, sobre la calle Pettirossi (Mercado 4). Otro supuesto integrante de la banda cayó con Cuevas: Juan Domingo Fernández Machuca, a quien sindican de levantar motocicletas para los atracos y también como uno que apretaba arma en mano. Nery Ramón Cano Casau (19) fue detenido el jueves 27 pasado; también es reducidor de los celulares. Por su poder también pasó el celular robado a Bernal, según las investigaciones. Por último, el pasado sábado fue detenido Miguel Arturo Rodriguez Duré (20), apodado Arturito, quien sería el delincuente que le disparó a Carlos Bernal en el abdomen, causándole una herida que le tuvo en terapia intensiva al borde de la muerte.

Una gran parte de los dedicados a ser motochorros son jóvenes de entre 17 y 25 años, y principalmente por debajo de los 20 años. En un par de videos difundidos a raíz de las detenciones se muestra esto. En uno de ellos se ve a un grupo de adolescentes que se divierten mostrando los miles de guaraníes en billetes que –se presume– eran producto de robos y asaltos. También aparece otro grupo desafiando a un clan rival, a través de mensajes y amenazas de muerte. Todos tienen en torno de los 20 años. La temeridad con que actúan, casi siempre bajo los efectos de drogas, ha dejado secuelas en las víctimas, que han sido baleadas o apuñaladas, incluso sin oponer resistencia.

EL HAMPA. Las preocupaciones tienen sus fundamentos, según las autoridades responsables; una pandilla organizada puede someter barrios enteros a su control no solamente a través de asaltos y robos, que ya es de hecho una realidad en ciertas zonas, sino con extorsiones a pequeños comerciantes con pagos de cuotas para no ser molestados, o a vecinos particulares; o mediante el manejo de la distribución de estupefacientes y el microtráfico en sus zonas bajo control, o el negocio del robo y reducción de motocicletas.

Una salida en pandilla de estos delincuentes juveniles fue captada por cámaras de seguridad en Montevideo y Manduvirá a comienzos de este mes. En esa esquina apretaron a una víctima en al menos siete motocicletas, ocupadas por dos personas cada una.

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