El hombre al que admiró Jesús

Juan Bautista sale en los evangelios de Adviento. Le dedico hoy este artículo porque es una persona que influyó en Jesús de Nazaret y a la que este admiró.

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Jesús tenía cerca de 31 a 33 años, cuando dejó a su familia en Nazaret y se fue al desierto, al otro lado del río Jordán.

No hay indicios de que fuera buscando una experiencia más intensa de Dios.

Más bien, por su conducta posterior, pareciera que Jesús fue al desierto para buscar en Dios la salvación de su pueblo. El sufrimiento grande de la gente pobre en manos de los romanos, recaudadores de impuestos, poderosos... le hacía buscar un proyecto propio bien definido para todo esto.

En el desierto estaba Juan el Bautista y Jesús marchó a su encuentro.

Juan estaba convencido de que el pueblo estaba contaminado, en una decadencia total que le impedía vivir. Por eso, su lenguaje es radical, rudo, fuerte, atacante. La alianza de Dios con Abraham estaba rota. Y se tenía que renovar.

El bautismo por inmersión en el Jordán que Juan daba a los centenares que acudían a escucharle expresaba el perdón de Dios. Recibido tenían que cruzar el río y entrar en la Tierra Prometida para impulsar una nueva alianza con Dios.

El teólogo J.A. Pagola lo sintetiza así: “Quedó Jesús impactado por esta grandiosa visión”. Un día, Juan lo bautiza. Más tarde Jesús se adentra en el desierto.

“Jesús comenzó a verlo todo desde un horizonte nuevo, desde la misericordia de Dios... Lo que empieza ahora para este pueblo no es el juicio de Dios, del que hablaba el Bautista, sino el gran don de la salvación...”

Y, un día preso Juan el Bautista por Herodes Antipas (luego ejecutado en la fortaleza de Maqueronte) Jesús vuelve su casa de Nazaret. Pero ya no se quedará en ella. Será un profeta peregrinante.

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