El dinero del Fondec y el apoyo a la cultura

Por Gustavo A. Olmedo B. – golmedo@uhora.com.py

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Días pasados, este diario publicaba la lista de artistas y productores que no habían rendido cuentas de los recursos recibidos del Fondo Nacional de la Cultura y las Artes (Fondec) para la realización de sus proyectos culturales.

Más allá de que en la nómina oficial fueron incluidos por error informático unos 18 nombres –según aclaró luego la entidad–, la falta de cumplimiento de esta exigencia es un problema real que el Fondec debe enfrentar cada año.

Ante esta práctica inapropiada de los beneficiarios, cuyas causas podrían ser variadas, vale recordar un aspecto relevante, como es la responsabilidad a la hora de administrar los escasos y muy necesarios recursos destinados a la promoción y difusión de la cultura en Paraguay. En un país como el nuestro, en donde aquella es furgón de cola y primera víctima de recortes presupuestarios, urge tomar conciencia del valor de estos fondos. Todavía hay gente que cuestiona el apoyo financiero a las expresiones culturales genuinas, como si una nación podría desarrollarse sin ellas.

Con unos G. 4.000 millones al año, el Fondec ha podido apoyar un promedio de 180 proyectos en música, artes escénicas, audiovisuales, literatura, entre otros, permitiendo a artistas noveles y con trayectoria concretar sus obras.

En tanto, está claro que los directivos deben promover todo tipo de reglamentación que promueva y garantice la transparencia y el buen uso de los fondos, y los beneficiarios, por su parte, deben asumir su responsabilidad de rendir cuenta del dinero público recibido.

Por otro lado, sería saludable que el Parlamento deje de nombrar a los consejeros del Fondec, como lo establece la ley, pues de esta forma se podría evitar –de alguna manera– que sean elegidos solo aquellos que saben realizar lobby en el Congreso, en donde la trayectoria y calidad no pesan tanto como el padrino político. Una contaminación que debería evitarse.

El Fondec tiene una función muy positiva, por lo que corresponde buscar su fortalecimiento con mecanismos que garanticen la eficiencia y transparencia, además de proveerle de más recursos. En un país en donde una institución como el TSJE gasta más de G. 30.000 millones en viáticos, y se destinan otros millones a secretarias-amantes, resulta más que evidente que el aumento de fondos para la cultura y otros ámbitos sensibles pasa, más que nada, por la voluntad política y la ética de autoridades y legisladores de turno.

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