Insta a los encargados a buscar actividades tranquilas, agradables e interesantes para el chico, como la lectura de un cuento, un juego de mesa, etc. “Comienza por intervalos cortos de tiempo y a medida que adquiera el hábito, podemos ir subiendo los tiempos”.
Se recomienda ser comprensivo con los niños y actuar como modelo. “Cuando el pequeño está inquieto es habitual que las personas que le rodean se pongan nerviosas también y respondan con poca calma, debemos mantener la calma en todo momento. Los niños y niñas aprenden mucho de lo que ven”.
Buscar alguna actividad con la que puedan descargar su tensión también puede ser muy útil. “Si pretendemos que el pequeño esté en casa toda la tarde viendo la tele, no descargará esa tensión y se mostrará inquieto. Practica algún deporte con él, llévale a montar en bici, al parque, o cualquier deporte que le interese”.
Practicar técnicas de relajación con ellos no está de más. “Si el clima familiar es tenso, el pequeño vivirá en un ambiente de tensión y estará nervioso, al igual que él nos contagia los nervios a nosotros, las situaciones de tensión hacen que esté nervioso”, señala.
Etiquetarlos como inquietos o malos no es bueno para ellos. “Entiende que no puede evitarlo, enséñale a canalizarlo de otra manera, pero no hagas que se sienta mal por algo que va en su forma de ser”, dice.