Bautismo del Señor

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Hoy meditamos el Evangelio según San Mateo 3, 13-17. En la solemnidad de hoy conmemoramos el bautismo de Jesús por san Juan Bautista en las aguas del río Jordán. Sin tener mancha alguna que purificar, quiso someterse a este rito de la misma manera que se sometió a las demás observancias legales, que tampoco le obligaban… El Señor deseó ser bautizado, dice san Agustín, “para proclamar con su humildad lo que para nosotros era necesidad”.

Con el bautismo de Jesús quedó preparado el bautismo cristiano, que fue instituido por Jesucristo con la determinación progresiva de sus elementos, y lo impuso como ley universal el día de su ascensión: Me fue dado todo poder en el cielo y en la tierra, dirá el Señor; id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.

(…) En el bautismo recibimos la fe y la gracia. El día en que fuimos bautizados fue el más importante de nuestra vida. De igual modo que “la tierra árida no da fruto si no recibe el agua, así nosotros, que éramos como un leño seco, nunca hubiéramos dado frutos de vida sin esta lluvia gratuita de lo alto”.

En el caso del bautismo está en juego algo mayor que ningún otro bien: la gracia y fe; quizá, la salvación eterna. Solo por ignorancia y por fe dormida se puede explicar que muchos niños queden privados, por sus padres ya cristianos, del mayor don de su vida.

El papa Francisco, en ocasión del rezo del Ángelus por la fiesta del bautismo del Señor, dijo: “Queridos hermanos, la fiesta del bautismo del Señor es una ocasión propicia para renovar con gratitud y convicción las promesas de nuestro bautismo, esforzándonos por vivir cotidianamente en coherencia con esto... Yo podría preguntarles: ‘¿Quién de ustedes conoce la fecha de su Bautismo?’”.

“No todos, seguramente. Si alguno de ustedes no la conoce, al volver a casa, pregúntele a sus padres, a los abuelos, a los tíos, a los padrinos, a los amigos de la familia. Pregunte: ‘¿En qué fecha fui bautizado, fui bautizada?’”.

El Pontífice dijo luego que en el bautismo “están las raíces de nuestra vida en Dios, las raíces de nuestra vida eterna que Jesús nos ha dado con su encarnación, pasión, muerte y resurrección. En el bautismo están las raíces. Y no nos olvidemos nunca de la fecha de nuestro bautismo”. Sobre la fiesta del bautismo del Señor, el Santo Padre explicó que también constituye una epifanía, una manifestación especial de Dios, en la que destacan dos elementos: Jesús asume la humanidad como cualquier otro hombre y por el bautismo se une al Padre en la oración. “Antes de sumergirse en el agua, Jesús se ‘sumerge’ en la multitud, se une a ella asumiendo plenamente la condición humana…”.

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