2020

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Édgar Emilio Servín*

Particular y complejo es el escenario nacional e internacional que ha de enfrentar el presidente Mario Abdo Benítez en el año 2020. Sobre todo por los puentes diplomáticos que se construyeron desde Asunción con el Mercosur, Estados Unidos, Europa y Medio Oriente, puentes que inciden sobre la política y la vida de los paraguayos. Pocas veces le tocó a un gobernante de la era pos stronista enfrentar tiempos tan difíciles como estos.

Cuando observamos a los bandos en pugna, lo primero que debemos individualizar son las variables. ¿Qué son las variables? Son los indicadores que pueden incidir sobre la gestión de un gobierno, sea para hacerlo eficaz o para acabarlo antes de tiempo. Citaré algunas, no a todas. La economía, el humor social, los grupos de presión y a los actores de peso regional, hemisférico e internacional.

Empecemos por lo más importante: la gente. Es impropio comparar a las movilizaciones sociales de otros países con el caso paraguayo. Tampoco considero como determinante la influencia de individualizados foros ideológicos. La construcción sociológica del ser nacional, que es propia y típica en muchos aspectos, pasa en la actualidad por procesos dinámicos y por etapas que hacen un tanto difíciles de predecir sus consecuencias. El paraguayo de hoy observa, se moviliza y utiliza las redes sociales. Es mucho menos resiliente. Si fuera por dichas redes debiéramos considerar que es una ciudadanía intolerante y movilizada. Recuerde como comenzó la primavera árabe. Entonces concluyamos el breve análisis del humor social de la siguiente manera: hay efervescencia y un clima callejero en latente ebullición, características propias de países más urbanizados y menos rurales. Siendo así la alerta es de Condición Naranja (cuando cito colores favor lea la obra Los niveles de conciencia de Jeff Cooper).

En economía espero que nos vaya mejor. He oído convincentes discursos en materias de las reformas necesarias para que el Estado cumpla con su verdadero cometido. Sin dudas, las inversiones que tanto hacen falta, a más de la capitalización sobre nuestras reservas, el equilibrio fiscal y el ahorro darán al gobierno el respiro necesario y traerá alivio a la población. “¡Es la economía!”, diría Bill Clinton. Condición Amarilla.

Asimismo, seré breve en cuanto a los grupos de presión y a los compromisos políticos contraídos por el presidente de la República, excepto decir que dichos grupos son perfectamente identificables. Un periodo presidencial precisa de personas que le den lustre y nombradía. Es una República, es cosa de todos. Condición Naranja.

La variable actores de peso regional, hemisférico e internacional merece un análisis especialmente en relación al procesamiento del ex presidente Horacio Cartes en Brasil. Y aquí quiero apartar la investigación fiscal y el proceso jurisdiccional. La causa en contra del ex presidente paraguayo no se circunscribe únicamente al caso forense en particular, sino que, obedece a aspectos exógenos y que incluso van más allá de la región. Se deduce que su procesamiento podría ser el resultado de una decisión corporativa, cuyo centro de poder podría estar en otro punto del planeta, pero con aparente beneplácito del gigante regional. Víctima o no, el ex presidente enfrenta a un adversario poderoso. Cartes es una pieza importante en el complicado tablero geopolítico del Mercosur. Su figura asimismo es necesaria para otras corporaciones internacionales, y tiene directa incidencia sobre el Paraguay porque él vive aquí. Solo que, la importancia de su peso se basa en la temporalidad, y su mejor defensa es su vigencia política. Y hoy esa vigencia depende de sus aliados. Irremisiblemente Horacio Cartes debe ecuacionar dos factores: temporalidad y alianzas. Condición Roja.

Para culminar. Existen Estados poderosos que no necesariamente se apoyan en la fuerza de su aparato militar. Cito como ejemplo a Macao que por 450 años, desde 1550 hasta el 20 de diciembre de 1999, fue administrada como una Ciudad-Autónoma por los portugueses, teniendo enfrente al gigante militar asiático. Mirando el ejemplo de Macao, al presidente de la República le resta remover o acordar con otra pieza clave del tablero político, y que no es Horacio Cartes. Lo sabremos si lo hizo recién en julio del próximo año, en ocasión de la elección del nuevo presidente del Congreso. Si mueve adecuadamente a esa pieza podría ser un jaque mate a su favor y reinar suficientemente hasta agosto del 2023. Al presidente de la República Mario Abdo Benítez no le resta otra cosa que hacerse fuerte. Me permito omitir con que color voy a calificar a esta última condición. Que el 2020 sea un año bueno para todos.

*Abogado, consultor.

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