26 abr. 2024

Estímulos prohibidos

Alcanzar la gloria deportiva es un largo camino lleno de esfuerzos y renunciamientos. Por eso, la tentación de acortar ese trayecto suele ser atractiva para muchos atletas, y la herramienta para lograrlo a veces viene en forma de sustancias prohibidas: el doping.

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Fotos: Javier Valdez

El reciente caso que involucra al River Plate de Argentina, todavía sin resolución final, es el último de muchos que afectan al fútbol y a otros deportes, como el del tenista británico Dan Evans, quien dio positivo por cocaína hace pocos días. El doping forma parte de la alta competencia desde la antigüedad, pero con los avances de la ciencia y de la tecnología, las sustancias se han sofisticado.

El aumento de los casos conocidos va de la mano con los beneficios económicos que hoy reciben los deportistas exitosos, lo que les da la oportunidad de convertirse en multimillonarios si son triunfadores en su disciplina.

Desde Grecia, un clásico

El uso de sustancias estimulantes para mejorar el rendimiento de un deportista es más viejo de lo que uno podría imaginarse. En la antigua Grecia, los atletas mejoraban su rendimiento con la ingesta de hongos y de testículos de animales (sí, así como se lee).
El que se considera el primer episodio documentado data de 1865, cuando las autoridades de la prueba del canal de Ámsterdam (Holanda) reportaron el uso masivo de estimulantes entre los nadadores que tomaron parte de la competencia.
En 1867 se produjo el primer caso documentado en ciclismo, cuando se reportó que los franceses consumían preparados con alto contenido de cafeína, y los belgas, azúcar con éter. En 1896 se dio el primer fallecimiento por causas atribuidas al consumo de efedrina, en la carrera París-Burdeos, que afectó a Arthur Linton.
Las primeras sospechas datan de los Juegos Olímpicos de 1932, pero recién desde las Olimpiadas de 1968, en México, se incorpora el control antidoping. En el fútbol sudamericano, desde la década del 60 del siglo pasado, en la Copa Libertadores, ya se presumía el uso de estimulantes, pero recién a finales de los 80 la Conmebol empezó a realizar exámenes pospartido.
Haciendo un recuento de los casos recientes resonantes, quizás el más recordado sea el del canadiense Ben Johnson, desposeído de la medalla de oro que obtuvo en la competencia de los 100 metros llanos en la Olimpiada de Seúl de 1988, tras dar positivo en el control antidoping.
Seis años después, en el Mundial de 1994, Diego Maradona fue excluido de la competencia al dar positivo después del partido contra Nigeria en la fase de grupos. Y el suceso más cercano, entre los más impactantes, es el que afectó al ciclista Lance Armstrong, a quien le retiraron todos sus logros cuando admitió que hacía años venía compitiendo, y ganando, ayudado por estimulantes.
Los deportes en los que predomina la tentación de aumentar el rendimiento a través de sustancias químicas son los de alta competencia, los que pagan mejor a sus atletas. En primer lugar está el fútbol y, en otros países como Estados Unidos, no es raro encontrar ejemplos en el fútbol americano y en el béisbol.
La tendencia también afecta a otros tradicionalmente amateurs como el ciclismo, la natación y el atletismo.

Lucha global

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La extensión de este flagelo motivó a que el Comité Olímpico Internacional (COI) decidiera intervenir con mayor fuerza. Fue así que, en 1999, propició la creación de la Agencia Mundial Antidopaje (WADA, por sus siglas en inglés) y la adopción de un Código Mundial Antidopaje, que armoniza las regulaciones en esta área, en todos los deportes y países. También publica anualmente una lista de sustancias y métodos prohibidos que los deportistas no están autorizados a tomar o utilizar.
El código establece cuáles son las sustancias prohibidas, las penalizaciones y las circunstancias en que un atleta puede ser autorizado al uso de algunas de aquellas (por ejemplo, cuando son prescritas para tratar alguna dolencia crónica o de larga data). Asimismo, abre la posibilidad de que los afectados puedan apelar la sanción del Comité Disciplinario ante el Comité de Apelaciones a nivel nacional, después a nivel regional y, por último, ante el Tribunal de Apelaciones Deportivas (TAS) de Suiza.
Este reglamento fue creado con el objetivo principal de proteger la salud de los atletas; y en segundo lugar, buscando garantizar la igualdad de condiciones en una competencia. “Entre dos atletas con igual nivel de entrenamiento, el uso de sustancias estimulantes obviamente otorga una ventaja deportiva a quien las utiliza”, afirma Agustín Casaccia, presidente de la Organización Nacional Antidopaje (ONAD).
El control se hace fundamentalmente por los efectos adversos que producen en el organismo del atleta las drogas prohibidas. “En forma inmediata le pueden dar un mejor rendimiento, pero en forma mediata o tardía, tienen efectos muy destructivos para la salud, como problemas del corazón, del esqueleto, del cerebro. Hay muchos efectos colaterales. En ningún caso se busca perjudicar a ninguna federación, club o atleta”, aclara el profesional.

Solo fútbol

En Paraguay, la única federación que hace controles rutinarios es la Asociación Paraguaya de Fútbol (APF), en todas las fechas del torneo de la División de Honor. Las demás disciplinas deportivas no realizan exámenes a sus atletas. Al año se efectúan más de 300 controles en fútbol, y por eso existe mayor probabilidad de resultados adversos.
Los dos últimos positivos detectados son, precisamente, del ámbito del fútbol y son los que afectan a los jugadores Julio César Cáceres, de Guaraní, y Mauricio Victorino, de Cerro Porteño. Cáceres ya fue suspendido por cuatro años, mientras Victorino todavía aguarda la llamada contraprueba.
Casaccia comenta que también hubo sospechas de uso de doping en otros deportes en nuestro país, como en el atletismo. Esos rumores persisten, pero el médico aclara que no pueden ser probados debido a que no se hace el control. “En los considerados amateurs en Paraguay –que ya no lo son tanto–, como el básquetbol, el rugby y el hándbol, no hay control de dopaje por las federaciones correspondientes; entonces no podemos saber”, añade.
Fuera del fútbol, no todos los atletas paraguayos están exentos de los exámenes. Hay un grupo de deportistas que sí es controlado. “A través del COI y de la SND tenemos 50 atletas de alto rendimiento, becados, examinados por un equipo multidisciplinario encargado de fiscalizar el entrenamiento, la parte médica, la parte física y de dar charlas de concienciación sobre el uso de drogas en el deporte. Hacemos controles fuera de competencia, para ver si están en condiciones de participar”, explica Casaccia.
La toma de muestras está a cargo de los OCD (oficiales de control de dopaje), que son las personas autorizadas para colectar la orina, en el caso de Paraguay, ya que también podrían ser de sangre, aunque esta modalidad exige otro procedimiento.
La recolección del líquido de cada individuo se almacena en dos frascos, denominados A y B. Desde el momento en que se toma la muestra y pasa al frasco, al atleta se le asigna un código. Las muestras se envían al laboratorio, donde los técnicos cuentan con una planilla en la que solo aparecen dichos códigos, es decir, no se consigna ningún nombre.
Hecho el análisis, el resultado se eleva a una página en internet manejada por la FIFA y la WADA. En ella solo aparece el código y se especifica si el análisis arrojó un resultado normal (negativo) o adverso (positivo). “Nosotros tenemos la obligación de controlar cada semana y ver si un resultado adverso pertenece al código de algún jugador nuestro”, señala Casaccia.
Cuando aparece un caso, se le comunica al atleta, a su club y a su federación. El afectado puede entonces pedir la apertura del frasco B, comúnmente llamado en forma errónea “contraprueba”. Si no lo hace, se considera que está asumiendo haber consumido la sustancia prohibida.
La penalización, en caso de confirmarse el positivo, o resultado adverso, puede ser individual o hacerse extensiva a la institución, a los médicos dirigentes y a cualquier otra persona que haya intervenido en el suministro del elemento proscrito.
La pena más elevada para un atleta es la suspensión por cuatro años, establecida en el Código Mundial Antidopaje. Las federaciones o instancias de las que dependen los involucrados son las encargadas de aplicar medidas punitivas. Desde luego, los afectados pueden mencionar, como atenuante, las circunstancias en las que se produjo la falta.

A la par

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Existe entre la gente la creencia de que con los avances de la ciencia, las drogas han ganado en sofisticación, por lo que detectarlas se volvió más difícil y, en algunos casos, hasta imposible. Casaccia afirma que no es así y asegura que “hoy no es más fácil eludir la detección, porque así como hay sustancias nuevas, también hay equipos nuevos para los exámenes; no están un paso por delante, por eso siguen apareciendo resultados adversos”.
Las drogas más utilizadas, como lo revelan las estadísticas, son los anabólicos y los estimulantes. Las sustancias pueden suministrarse por vía oral, endovenosa o por la mucosa, mediante inyecciones, jugos, píldoras y hasta hay algunas que se administran en forma de supositorios “porque el efecto es más rápido”.
Aparte de los fármacos cuyo objetivo es potenciar algunas habilidades del deportista, en el código de la WADA también están incluidas algunas drogas de las llamadas “sociales”, como la cocaína y la marihuana. Sobre estas dos, Casaccia asevera que sí mejoran el rendimiento atlético de quienes las consumen.
“La cocaína está entre las sustancias prohibidas porque está incluida dentro de los estimulantes. No es determinante como otras sustancias, pero sí tiene un efecto estimulante. La marihuana también. Hay controles en competencia y fuera de competencia; la marihuana está prohibida dentro de la competencia”.
¿Qué lleva a un deportista a doparse? En primer lugar, alcanzar la gloria deportiva, y por ese medio, grandes beneficios económicos. A través del tiempo, el deporte se ha vuelto superprofesional y hoy se manejan grandes sumas de dinero; los jugadores de fútbol, por ejemplo, desde hace unos 10 años gozan de un buen pasar si llegan a ser transferidos a un club grande.
Pero también hay mayores exigencias para el deportista. “Hoy lo importante es ganar a cualquier precio. Por eso hay más equipos médicos trabajando en elaborar sustancias para mejorar el rendimiento de los atletas”, afirma Casaccia.
La lucha contra el dopaje en el deporte es constante, pues erradicarlo totalmente suena hasta utópico. Incluso, si se alcanzara ese objetivo, los esfuerzos no deberían detenerse: habrá que concienciar a las nuevas generaciones de atletas sobre los efectos nocivos del consumo de sustancias prohibidas. El deporte siempre es estimulante, pero sin drogas de por medio.

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Oficinas antidopaje

En cada país de América hay una oficina de la Organización Nacional Antidopaje (ONAD), que depende de cada gobierno. Existen desde 2005 en virtud de un compromiso suscrito por los gobiernos con la Unesco, con el objetivo de luchar contra las drogas en general y contra la droga en el deporte, en particular. En Paraguay, la oficina se formó en octubre de 2015 y depende de la Secretaría Nacional de Deportes (SND).
Tiene tres comités independientes: el de Autorización de Uso Terapéutico (AUT), para atletas con afecciones crónicas o de larga data, integrado por tres médicos; el Comité Disciplinario, conformado por un médico y dos abogados; y el Comité de Apelaciones, integrado también por dos abogados y un médico.
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¿Qué tomaste? Averiguarlo es caro
El costo del análisis de cada muestra es de USD 500. El presupuesto de la ONAD para este año cubre la toma de muestra, envío y examen analítico para 40 atletas, aproximadamente.

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Hay que sacarse la máscara

En la larga lista de sustancias prohibidas incluidas en el código mundial antidopaje, también figuran los diuréticos. ¿Porque mejoran el rendimiento del deportista? No. La razón es otra. “Un diurético no mejora el rendimiento, pero se lo considera una sustancia enmascarante. Es decir, se usa para tapar el consumo de drogas prohibidas a través de la eliminación de estas por la orina”, explica Agustín Casaccia.

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No abundan
Son pocos los laboratorios habilitados en el mundo para control antidoping. Se necesita llenar requisitos en la parte tecnológica, en la capacitación de recursos humanos y en la cantidad de controles anuales. En Sudamérica, hoy el único laboratorio apto se encuentra en Brasil. El de Colombia está suspendido por la WADA. Hay otro en Cuba, uno en Estados Unidos y algunos más en Europa. El equipamiento de un laboratorio cuesta entre USD 8 millones y USD 10 millones. Se necesitan entre 2.000 y 3.000 controles al año para que justifique su instalación.