La cinta paraguaya fue finalista del Festival Internacional de Cine del Vaticano Mirabile dictu en la categoría Mejor Película (Best Feature Film).
“Me tomó por sorpresa la noticia, pero de manera agradable, con alegría”, comenta Torcida. El cineasta señala que “a veces uno se pregunta si hacer cine, una disciplina tan compleja, difícil y costosa, vale la pena el esfuerzo, si la cinta llega y tiene el contenido que uno desea transmitir, y con el cual dialogar con las personas de nuestro tiempo”, reflexiona.
Llegar a la final del certamen, que cuenta con el patrocinio del Consejo Pontificio de la Cultura del Vaticano “es como un pulgar para arriba, un guiño, una aceptación, indica que este camino que estamos realizando está bien”, afirma el director de Felices los que lloran.
Considera que su último filme tiene escenas fuertes, componentes críticos “que invitan a reflexionar a la gente de nuestro tiempo sobre ciertas actitudes que nos hacen sentir realizados o nos cuestionan si solo estamos siguiendo una corriente impuesta desde alguna parte”. Para el realizador, formar parte del festival católico fue más importante que estar en el Festival de Berlín o en San Sebastián “porque está más que claro que ellos siguen una agenda global. No me hubiese gustado, que para poder ingresar a un mercado o un certamen haya tenido que aguar mi contenido o sacarlo de contexto para amoldarlo a las corrientes de moda”.