Solemnidad de Cristo Rey

  • Facebook
  • Twitter
  • Email
  • Print

Hoy meditamos el Evangelio según San Mateo 25,31-46.

La enseñanza de Jesús que escuchamos en este pasaje del evangelio es muy consoladora ante las situaciones de injusticia personal y social que abundan en la sociedad en que vivimos.

En efecto, somos testigos de una lucha diaria entre el bien y el mal. A veces nos puede parecer que en el mundo se imponen los que tienen más fuerza y más medios para oprimir a los demás, pero Jesús deja claro que el mal no tiene la última palabra. Dios es justo y triunfará la justicia.

En el Credo confesamos que Jesucristo “subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos”. Ahí reside nuestra certeza de que el triunfo definitivo está de parte del bien.

“Frente a Cristo, que es la Verdad, será puesta al desnudo definitivamente la verdad de la relación de cada hombre con Dios –nos recuerda el Catecismo–. El juicio final revelará hasta sus últimas consecuencias lo que cada uno haya hecho de bien o haya dejado de hacer durante su vida terrena”. Unos serán condenados y otros serán salvados.

El Catecismo explica el infierno recordando unas palabras de la primera carta de San Juan: “ ‘Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él’ (1Jn 3, 15). Nuestro Señor nos advierte de que estaremos separados de Él si omitimos socorrer las necesidades graves de los pobres y de los pequeños que son sus hermanos ”.

Pero también, y esto es lo más gozoso, nos recuerda que existe el cielo. “Por su muerte y su Resurrección Jesucristo nos ha ‘abierto’ el cielo –enseña también el Catecismo–. La vida de los bienaventurados consiste en la plena posesión de los frutos de la redención realizada por Cristo quien asocia a su glorificación celestial a aquellos que han creído en Él y que han permanecido fieles a su voluntad. El cielo es la comunidad bienaventurada de todos los que están perfectamente incorporados a Él”[3].

El Hijo del hombre se identifica en el momento del juicio con los hambrientos y los sedientos, con los forasteros, los desnudos, los enfermos y los encarcelados, con todos los que sufren en este mundo, y considera el comportamiento que se ha tenido con ellos como si se hubiera tenido con Él mismo.

Por eso, nos recuerda San Josemaría que “hay que reconocer a Cristo, que nos sale al encuentro, en nuestros hermanos los hombres. Ninguna vida humana es una vida aislada, sino que se entrelaza con otras vidas. Ninguna persona es un verso suelto, sino que formamos todos parte de un mismo poema divino, que Dios escribe con el concurso de nuestra libertad”.

Esto no es un simple modo hermoso de hablar, sino que alude a la más profunda realidad de Jesús. El Hijo de Dios, al hacerse hombre en Jesucristo se ha hecho uno de nosotros, pobre, conocedor del dolor, el hambre, la sed, la persecución, hasta el punto de morir desnudo en la cruz.

El Juez universal será el mismo que padeció todo esto, y tiene bien experimentado cuánto duele el desprecio presuntuoso del que solo va a lo suyo, y cuánto consuela el amor de las personas generosas que no pasan de largo ante las necesidades de los hermanos.

“¡Qué grande eres, Señor y Dios nuestro! Tú eres el que pones en nuestra vida el sentido sobrenatural y la eficacia divina. Tú eres la causa de que, por amor de tu Hijo, con todas las fuerzas de nuestro ser, con el alma y con el cuerpo podamos repetir: oportet illum regnare!

Cristo debe reinar, antes que nada, en nuestra alma.

Pero qué responderíamos, si Él preguntase: tú, ¿cómo me dejas reinar en ti?

Yo le contestaría que, para que Él reine en mí, necesito su gracia abundante: únicamente así hasta el último latido, hasta la última respiración, hasta la mirada menos intensa, hasta la palabra más corriente, hasta la sensación más elemental se traducirán en un hosanna a mi Cristo Rey.

Si pretendemos que Cristo reine, hemos de ser coherentes: comenzar por entregarle nuestro corazón. …”

(Frases extractadas de https://opusdei.org/es-co/gospel/evangelio-domingo-solemnidad-cristo-rey-ciclo-a/ y https://opusdei.org/es-es/article/audio-cristo-rey/)

  • Facebook
  • Twitter
  • Email
  • Print
Más contenido de esta sección