Selfie judicial

Por Guido Rodríguez Alcalá

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Por mandarle un selfie opívo a una menor de edad, un juez del menor podrá pasar quince días sin trabajar: fue suspendido con goce de sueldo, y quizás reciba un 10% de aumento el año próximo. ¡Qué juez! ¡Qué castigo! Con un Poder Judicial así, ¿qué haremos cuando salga el petróleo? Porque petróleo tenemos. Hace unos días, The Economist publicó un artículo sobre nuestras considerables existencias de petróleo y gas.

La noticia es vieja. El 27 de noviembre de 1957, El País anunció: Hallazgo de petróleo en tierra paraguaya. En su editorial, Petróleo, afirmó que se había llevado una muestra del petróleo extraído al Palacio de Gobierno; la compañía encargada de la perforación era la International Products Corporation (IPC).

El 19 de diciembre de 1957, El País dijo: “El petróleo paraguayo comienza a dar sus primeros beneficios”. Otros diarios también se refirieron al tema en aquellos días. ¿Qué pasó después? Según me comentó una persona informada sobre los trabajos de la IPC, la empresa decidió sellar las perforaciones y dejar el hidrocarburo como reserva.

Décadas después, el investigador paraguayo Marcial Riquelme buscó, en los Estados Unidos, información sobre el petróleo paraguayo; por el tiempo transcurrido, esa información ya debía estar disponible.

Sin embargo, después de habérsela hecha pública, se la convirtió en reservada de nuevo. Fue una consecuencia del atentado del 9 de setiembre de 2001, que llevó a extremar las medidas de seguridad al Gobierno estadounidense. Aunque algunas de aquellas medidas fueran exageradas, queda el hecho de que el petróleo se consideró una cuestión estratégica, o sea de seguridad nacional.

Así se lo ha considerado desde 1914, cuando el Gobierno inglés se convirtió en accionista mayoritario de la firma Anglo Persian (hoy BP), para asegurarse el acceso al petróleo de Persia (hoy Irán). En realidad, desde antes: en 1911, la Corte Suprema norteamericana ordenó dividir la Standard Oil en 34 empresas independientes, para romper el monopolio de la empresa. Tanto los ingleses como los norteamericanos consideraban ya que la energía era una cuestión fundamental.

Ciertos países se convirtieron en productores cuando ya se habían desarrollado: Estados Unidos, Inglaterra, Noruega y Holanda, que tuvieron políticas de Estado bien definidas en materia de energía. No las tuvieron ciertos países pobres, como Libia o Nigeria, donde se descubrieron grandes yacimientos de hidrocarburos, sin mayor beneficio para la inmensa mayoría de sus habitantes. Los beneficiados fueron los gobernantes de turno, más interesados en enriquecerse que en hacer algo por sus países. Sin una cierta base de institucionalidad, no hay riqueza natural que baste.

Por eso, la anunciada explotación de hidrocarburos en el Paraguay, que es buena noticia, tiene su aspecto inquietante: con el dinero obtenido, la corrupción empotrada en el poder podrá fortalecerse, enajenar la soberanía y provocar desastres ecológicos, como la del delta del Níger en Nigeria. Para impedirlo debemos pedir y conseguir información sobre las modalidades de las concesiones petroleras, pues no podemos confiar en funcionarios pornógrafos.

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