Rivalidades internas se evidenciaron con las acusaciones contra el Papa

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EFE, AFP y REUTERS

CIUDAD DEL VATICANO

La guerra interna está declarada en el Vaticano. Esa es al menos la impresión que dejó en muchos la carta de 11 páginas escrita por el ex nuncio de EEUU Carlo Maria Viganò, en la que acusó al papa Francisco y a las cúpulas más altas de los dos pontificados anteriores de encubrir los abusos sexuales del cardenal estadounidense Theodore McCarrick.

“Con la clamorosa carta del ex nuncio la situación en el Vaticano vuelve a pleno medioevo y hace un salto de calidad a la guerra civil en curso desde hace años alrededor del pontificado de Francisco”, aseguró el vaticanista Marco Politi.

El ataque de siete mil palabras en contra del Pontífice y sus aliados en la Santa Sede, que incluso llega a exigir la renuncia de Francisco, trajo de vuelta a la opinión pública una disputa de facciones de larga data al interior del catolicismo, que hace tiempo no salía a la luz.

Su calculada publicación, el diseño y necesaria colaboración para traducir la carta a varios idiomas certifican la reapertura de un conflicto por la dirección de la Iglesia en el que Viganò solo es un miembro de muchos más, que llega en el momento más vulnerable de la gestión del actual líder del Vaticano.

DISPUTAS INTERNAS. Las tenaces rivalidades al interior de la Iglesia Católica se han vuelto especialmente notorias durante el pontificado de Francisco. El Papa implementó una administración marcada por las reformas y la renovación de una institución conservadora, que hace años es cuestionada por no adaptarse a los nuevos tiempos.

Sin embargo, los miembros más tradicionales, especialmente algunos cardenales y obispos estadounidenses, no ven con buenos ojos el enfoque con énfasis en temas sociales impulsado por el Pontífice, alertando que resulta ser una amenaza mortal para el futuro de la Iglesia y de la fe. A este grupo pertenece Viganò, quien publicó su carta en tres medios: el pequeño diario italiano La Verita, el National Catholic Register, que se edita en inglés, y el cibersitio en español InfoVaticana. Todas publicaciones ultraconservadoras que fueron enfáticamente críticas con la política de Francisco de primar la misericordia sobre la moral.

Uno de los aspectos que, según The New York Times, enfureció a los más conservadores tiene que ver con la disposición del Papa y sus cercanos de ponerse en contacto con católicos homosexuales. Muchos de estos tradicionalistas, como Viganò, culpan a los homosexuales por la crisis de abuso a menores que enlodó la reputación de la Iglesia en países como EEUU, Australia o Chile, marcados por los escándalos de pederastia en el clero. “Estas redes homosexuales que ahora están extendidas ampliamente en muchas diócesis, seminarios, órdenes religiosas, etcétera, actúan bajo el manto de la secrecía y las mentiras, con el poder de los tentáculos de un pulpo: estrangulan a víctimas y las vocaciones sacerdotales, y están estrangulando a la Iglesia entera”, escribió Viganò.

Con la misiva, el inicio de la pelea fue clara y provocó que diversos actores, tanto aliados del Papa como sus críticos, ingresaran al ring.

El cardenal Blase J. Cupich, arzobispo de Chicago, quien está alineado con Francisco y fue uno de los objetivos de la carta de Viganò, dijo en una entrevista telefónica al New York Times que el Papa es un hombre de integridad y que si comete un error, lo admite.

Por el contrario, el cardenal estadounidense Raymond Burke, quien ya se enfrentó a Francisco, fue el primero en reaccionar a favor de la misiva. “Las declaraciones hechas por un prelado de la autoridad del arzobispo Carlo Maria Viganò deben ser tomadas muy en serio por los responsables en la Iglesia. Cada declaración debe estar sujeta a investigación, de acuerdo con la ley procesal aprobada por la Iglesia”.

Las acusaciones, además, llegan en uno de los momentos más vulnerables para el Pontífice. Durante su viaje a Irlanda Francisco se vio obligado a poner su cara a los golpes, tras los múltiples escándalos de abusos al interior de la Iglesia que se han desatado en los últimos meses. Lo tuvo que hacer, especialmente, porque este antiguo bastión católico europeo fue uno de los afectados por los escándalos de pederastia, explotación y encubrimiento del clero. Así, en medio de esta dura crisis de credibilidad de la institución, la época resulta favorable para los críticos del Pontífice, especialmente motivados por sacarlo del poder, luego de que la renuncia de Benedicto XVI dejara abierta la puerta para la salida anticipada.

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