“Me endeudé hasta para comprar una notebook y dar clases virtuales”

Prueba maestra. Profesores afrontan un gran desafío durante la pandemia.

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Desde endeudarse para adquirir computadoras o teléfonos celulares nuevos o recibir hasta cerca de 100 tareas en un día; y de quebrantarse por los alumnos que no respondían, en muchos casos porque comenzaron a trabajar para ayudar con la economía en la casa.

Estas son realidades que cuentan un grupo de profesoras del Colegio Nacional de Lambaré. También debaten sobre lo que observan previo al inicio de clases presenciales, que van desde el 2 de marzo próximo. Lamentan que el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) no tome en cuenta a los docentes para su plan y protocolo de regreso a clases.

“Me endeudé hasta para comprar una notebook y seguir las clases virtuales con mis hijas y dar las clases virtuales a mis alumnos. No daba abasto”, expresa la profesora de Castellano y Literatura del Nacional de Lambaré, Patricia Marín.

Agrega que en el caso de sus estudiantes, la situación fue terrible porque no se respetaban los horarios para el envío de las tareas.

“Cuando los padres salieron de vuelta a trabajar perdieron el control de sus hijos, muchos no sabían cómo hacer para que los chicos sigan estudiando”, asegura.

Si bien las clases arrancan el mes siguiente, los educadores van a las instituciones educativas públicas para las actividades de preclase desde el pasado jueves 11.

quebranto

La profesora de Guaraní Ramona Montiel relata lo que para ella fue un proceso doloroso en el proceso de enseñanza aprendizaje durante la pandemia, debido a que muchos de sus alumnos salieron a trabajar para ayudar en la casa.

“Primero los alumnos se conectaron felices, pero después iban desapareciendo; iban a trabajar, ya no tenían saldo para conectarse y otros 50 problemas reales”, asegura. Agrega que las profes ya saben quiénes son los alumnos que pueden mentir, pero en su caso la mayoría hablaba con la verdad.

“Los que más nos preocupan son esos alumnos que son responsables, pero que no pueden. Era un dolor en el alma porque teníamos que registrar cada clase. Encima tienen otras materias y yo que soy profesora de Guaraní, entonces como que jey la iguarani hikuái a última hora”, remarca.

Sobre la plataforma que habilitó el MEC para las clases virtuales y su gratuidad, todos los docentes en la sala de profesores contestaron con un rotundo “no”. “La plataforma no fue gratuita, costaba mucho a los alumnos y a nosotras conectarnos, sin saldo no se podía descargar nada y todo lo que bajabas tenía un costo”, dice la docente de Castellano y Literatura Noemí Alvarenga.

Yo conté una vuelta y tenía entre 80 a 90 tareas que revisar, corregir y reenviar en un solo día”, comenta por otro lado Diana Marín, de Castellano y Literatura.

Participación

Sobre la iniciativa del MEC para el protocolo de vuelta a clases, reclaman que los educadores no fueron tenidos en cuenta para elaborar el plan.

“Es lo que siempre nos quejamos. El Ministerio para la prensa pinta todo bien, pero a nosotros que estamos acá y que damos clases todos los días nadie nos pregunta nada”, sostiene la profesora Alvarenga.

La docente Patricia Marín cuestiona que en la cartera educativa dejan siempre de lado a los catedráticos que se reparten hasta 8 secciones por cada colegio en el tercer ciclo y la media.

El director del Nacional de Lambaré, Hugo González, también lamenta que los establecimientos no cuenten con personal ni recursos para la limpieza, porque lo que llega de gratuidad no alcanza.

Además, el año pasado solo tuvieron uno de los dos desembolsos en este concepto.

Así, debieron hacer una vaquita entre los trabajadores del colegio para la limpieza.

“No es justo que nosotros tengamos que poner otra vez para mantener este sistema”, lamenta Diana Marín.

Los educadores también exigen que los colegios cuenten con wifi que sea capaz de sostener las clases virtuales en los centros educativos, así como también que se provean equipos informáticos para los trabajadores y para el alumnado.

Al igual que los padres, denuncian el mal estado en que se encuentran la mayoría de las escuelas públicas, pese a que desde Educación afirman que el 95% de las instituciones está apta para recibir las presenciales.

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