Las negaciones de Pedro

Hoy meditamos el Evangelio según San Juan 12,1-11.

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Saberse mirado por el Señor impidió que Pedro llegara a la desesperanza. Fue una mirada alentadora en la que Pedro se sintió comprendido y perdonado. ¡Cómo recordaría entonces la parábola del Buen Pastor, del hijo pródigo, de la oveja perdida! Pedro salió fuera. Se separó de aquella situación, en la que imprudentemente se había metido, para evitar posibles recaídas.

Comprendió que aquel no era su sitio. Se acordó de su Señor, y lloró amargamente. En la vida de Pedro vemos nuestra propia vida. “Dolor de amor. Porque él es bueno. Porque es tu amigo, que dio por ti su vida. Porque todo lo bueno que tienes es suyo. Porque le has ofendido tanto... Porque te ha perdonado... ¡Él!... ¡¡a ti!!

Cristo no tendrá inconveniente en edificar su Iglesia sobre un hombre que puede caer y ha caído. Dios cuenta también con los instrumentos débiles para realizar, si se arrepienten, sus empresas grandes: la salvación de los hombres.

Con respecto a una de las meditaciones correspondientes a la fecha, sobre la mujer de Bethania, el papa Francisco dijo: “Esta mujer encontró verdaderamente al Señor. En el silencio, le abrió su corazón; en el dolor, le mostró el arrepentimiento por sus pecados; con su llanto, hizo un llamamiento a la bondad divina para recibir el perdón.

Para ella no habrá ningún juicio si no el que viene de Dios, y este es el juicio de la misericordia. El protagonista de este encuentro es ciertamente el amor, la misericordia que va más allá de la justicia.

Simón, el dueño de casa, el fariseo, al contrario, no logra encontrar el camino del amor. Todo está calculado, todo pensado... Él permanece inmóvil en el umbral de la formalidad. ..Se detuvo en la superficie –en la formalidad–, no fue capaz de mirar al corazón.

Ante la parábola de Jesús y la pregunta sobre cuál de los servidores había amado más, el fariseo respondió correctamente: “Supongo que aquel a quien le perdonó más”. Y Jesús no deja de hacerle notar: “Has juzgado rectamente”. Sólo cuando el juicio de Simón se dirige al amor, entonces él está en lo correcto”.

(Frases extractadas del libro Hablar con Dios, de Francisco Fernández Carvajal).

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