La verdadera deuda pública

Samuel Acosta - En Twitter @acostasamu

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El nivel de deuda pública en Paraguay está en 22,5% del producto interno bruto (PIB) que, al comparar con el nivel de los países de la región, es uno de los más bajos.

Podemos discutir si es sostenible en el tiempo, si el manejo de pasivos o “bicicleteo” es prudente o no; pero, más allá del debate técnico sobre el asunto, hay una deuda pública mucho más grave y tangible que aquellos millones de dólares comprometidos a pagar a organismos internacionales.

La verdadera deuda pública la siente el empresario que invierte millones de dólares en grandes construcciones, que genera en empleo y le maquillan los números macroeconómicos a este gobierno de turno; pero que en contrapartida este mismo inversor ve cómo continúan los baches, las cloacas a cielo abierto y los raudales a falta de un desagüe pluvial frente a sus monumentales edificios.

Con total honestidad no sé cómo las autoridades del gobierno municipal y la Administración Central se animan a ir a esos eventos de inauguración a soltar la cinta cuando el fétido aroma se percibe a pocos metros.

Deuda pública es no otorgar al sector Salud un mayor presupuesto, y a la vez, seguir pagando casi G. 2.000 millones en un seguro privado a parlamentarios que, por su nivel de ingresos, tranquilamente pueden financiarse el tipo de atención que deseen.

Esa deuda indignante que la siente el paraguayo de a pie, que forma fila para sacar turno en un hospital público desde las cuatro de la mañana, para que cuando por fin le atiendan (si consiguió que aparezca el médico) le digan que no hay medicamentos, y que su cirugía programada pasa para dos meses más porque tampoco hay insumos. Esa deuda pública es intolerable.

Deuda pública es que el ciudadano siga viajando en la estribera de un bus chatarra para ir al trabajo; son los altísimos niveles de inseguridad en las calles, son esas escuelas cuyos techos se caen sobre los estudiantes por falta de mantenimiento, esta es la deuda palpable de estos administradores de turno.

Y esta es la razón por la que esta cuestión genera molestia; pues mientras se ha hecho tan poco para atenuar toda esta intolerable deuda, nuestra clase política paraguaya sale otra vez a plantear con descaro la reelección aun pisoteando el mecanismo constitucional.

¡Que la gente decida! es la consigna que tiran desde el sector oficialista para instalar algo que –en el fondo– lo único que pretende es lograr otros cinco años más para seguir haciendo negocios a costa del Estado o beneficiando con recursos públicos a toda la parentela y amigos.

La verdadera deuda pública la tienen ustedes, con un país al que prometieron un “nuevo rumbo”, para en realidad dar más de lo mismo.

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